Dice la teoría que uno es experto en algo cuando ha practicado 10.000 horas en la materia. La realidad, normalmente, es diferente, la gente abandona muchas hora antes, unas 9.

Nuestros valores organizacionales reflejan nuestra forma de ser. Esto no es un tema de unos pocos, es de toda la organización, de cómo nos comportamos en el día a día.

Probablemente las cosas de las que más te arrepientes son aquellas que no hiciste.

Cuando tengamos un conflicto con alguien deberemos tener muy presente desde dónde actuamos, si lo hacemos desde la parte racional o desde la emocional.

Las cosas que son importantes en la vida no se pueden comprar. El amor y la salud no se compran. Se cuidan.

Si lideras un equipo, no se te valorará por lo que consigas tú, sino por lo que consiga tu equipo. Por ello, tu principal cometido es hacer funcionar a tu equipo.

Los comienzos de cualquier tarea o proyecto pueden dar pereza. Mi consejo: empieza, aunque no tengas muchas ganas. La propia acción genera inercia, y esa inercia te pone en marcha.

Las oportunidades son como las puestas de sol. Habrá muchas para ti, pero no habrá dos iguales. Cada día que te pierdes la puesta de sol estás perdiendo un momento único.

Me da igual que no te guste la IA, no te queda más remedio. Es como decir en su día que no te gustaba internet, el móvil o el correo electrónico.

Si hacemos lo mismo que hace 20 años, y de la misma forma, no duraremos mucho. Si tenemos gente normal, que hace su trabajo de forma normal, seremos mediocres.

Son quienes te rodean los que te mejoran, o te empeoran. Te guste o no, una parte importe de tu forma de ser y hacer viene definida por las personas con las que compartes más tiempo.

Reflexiono estos días sobre el esfuerzo y el impacto asociado. Al menos, el impacto debería ser proporcional al esfuerzo realizado, punto 2 en el gráfico.