El primer asentamiento que construyó Cristóbal Colón a su llegada a Haití (realmente, pensaba que andaba por Las Indias), fue La Natividad. Esta pequeña fortificación se construyó con las maderas de la nave “La Santa María”, que había encallado al llegar, quedándose inservible. Es por ello, que a su vuelta a España, solo tenia dos carabelas, La niña y la Pinta, por lo que tuvo que dejar a 39 hombres en aquella fortificación.
A su vuelta, no había ninguno vivo. Algunos pocos murieron de enfermedad, pero la mayoría murió de los peligros de un nuevo ecosistema al que los españoles no estaban acostumbrados. Y dentro de ese ecosistema, la mayoría a manos de los indios haitianos. Y es que cuando sometes a unos indígenas e intentas imponer tus normas y formas de vida faltando el respeto, estos se te sublevan. Y cuando vuelves no queda nada más que unos indígenas que te dicen con una sonrisa que no saben que ha pasado.
Lo mismo pasa en las organizaciones cuando pretendemos realizar grandes cambios. Tratamos de imponer nuestra forma de vida a otras personas, que llevan viviendo de una manera mucho tiempo. No podemos pedir a un indio que lleva haciendo lo mismo 25 años, que en 2 días cambie su forma de hacer las cosas por una explicación de 5 minutos que le acabamos de dar. El cambio cultural necesita tiempo, convivencia de los dos sistemas hasta llegar al mestizaje. De lo contrario, cuando te des la vuelta, los indios se sublevan.
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