No soy accionista de ningún negocio. Sin embargo, soy defensor de todos aquellos que se juegan sus muebles para montar negocios poniendo en riesgo su patrimonio y estabilidad familiar.

Hoy quiero hablar sobre la sucesión familiar. Eso que muchas veces se hace rematadamente mal. Primero decir que como en todo, hay excepciones. Y empiezo por felicitar a la excepción.

Vivo en una zona marcada por empresas familiares. He conocido varios casos de empresas que han ido bien hasta que han llegado los hijos.

Creo que es fundamental que en una empresa se separen adecuadamente los niveles de decisión. Esto, establece orden y sentido en la misma. En muchas ocasiones se mezcla todo.

No tengo una empresa. No soy propietario de ninguna. Soy empleado por cuenta ajena, pero defiendo la empresa en la que trabajo como si fuera mía. Mi familia y yo vivimos de ella.

Si los viejos no se van, los jóvenes no se quedan.  Y menos aún, si estos están preparados y tienen buenas oportunidades fuera.

“Emprender“, ¡qué palabra tan bonita!. Crear algo de la nada. Una idea y mucho sudor y esfuerzo.

“Bihotza” ¡qué palabra tan bonita! En euskera significa corazón.

Todo cambia, pero últimamente, todo cambia más rápido. En cierta forma, me asusta lo que viene y los cambios que se van a producir en los próximos años.