No soy una persona curiosa, pero me gusta aprender constantemente sobre lo que tengo en mente.

Paradójicamente cuando más atareados y estresados estamos es cuando mayor tiempo debemos dedicar a pensar. De poco sirve correr como  pollos sin cabeza, y mucho menos alterarse o ponerse nervioso.

Todos los años hay algo nuevo o algo que sucedió hace tiempo y vuelve, pero cada año hay algo. Este año es el de la escasez de materias primas y el año pasado el de la pandemia.

Tú elegiste un día comenzar a trabajar en la empresa en la que estás. Pero cada día, eliges continuar en ella.

En su justa medida. Es necesario dedicar cierto tiempo a pensar antes de comenzar a realizar acciones. Lo importante es encontrar el equilibrio entre lo primero y lo segundo.

La motivación viene de dentro. Es la fuerza interior, la voluntad, que te lleva a hacer algo. Buscar la chispa fuera me parece poco adecuado, debe ir de dentro hacia fuera.

Hay que celebrar mucho más de lo que lo hacemos. Normalmente el foco está puesto en lo negativo. Lo que va bien, lo que funciona, se ignora.

Sencillamente el contacto humano en el teletrabajo no existe. Hay personas que llevan más de un año teletrabajando, y están deseando volver a un sitio físico en el que socializar.

De la misma forma que tu cuerpo no para de evolucionar, tu mente también lo hace.

Este año he lanzado una reflexión sobre el 2020 para cada persona que integra nuestra organización (somos 80 personas). Lo hago a través del equipo directivo.

Permíteme reivindicar el derecho a dudar. Vivimos en un mundo acelerado. Todo es rápido. Todo es para ayer. Debes contestar a tus mails al poco de recibirlos, los WhatsApp ni te cuento.

Como todos los años comparto contigo las preguntas que he realizado a cada Directivo en el último desarrollo directivo del 2020.