Por propia experiencia sé que la mayoría de las empresas fallamos en la implantación. Pasamos mucho tiempo diseñando, para luego querer implantar a toda velocidad. La implantación de algo nuevo conlleva un cambio de estado, y esto no debe hacerse con celeridad.
La mayoría de las veces, no participan en la fase de diseño las personas a las que les va a afectar el cambio, con lo que éstas lo ven como una imposición y se resisten. Soy consciente de que esto no siempre es posible. Cuando alguien no participa en el diseño, debemos dedicar mucho tiempo a explicarle lo que se va a hacer y porqué. Esta gráfica que pongo aquí se la debo a Gonzalo Serrats:
Un cambio de por sí, conlleva rechazo. Supone un movimiento desde un estado estable, de confort, a otro que no conocemos. Lo peor de todo es que desconocemos el resultado final del cambio, pero se nos exige por adelantado un esfuerzo. Vamos, es como echar la lotería. Es por ello, que la clave en mi opinión en la gestión del cambio esta:
1. Intentar que participen en el diseño los afectados.
2. Obtener pequeños resultados rápido. En definitiva, empezar por las acciones que sean de impacto y de fácil resolución.
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