Si los viejos no se van, los jóvenes no se quedan. Y menos aún, si estos están preparados y tienen buenas oportunidades fuera. Al igual que un futbolista empieza a bajar su rendimiento hacia los 30 años, los empresarios, a medida que van sumando años, también empiezan a mermar en sus capacidades. Un director general de 70-80 años, por muy propietario que sea, más que una ayuda, posiblemente sea un estorbo. Será incapaz de ir y evolucionar a la velocidad que le demanda el mercado, y será incapaz de adaptar la empresa a todos los cambios que están ocurriendo en los últimos años.
Mi suegro siempre ha dicho que las herencias hay que hacerlas en vida, que es cuando le hace falta a los futuros herederos, cuando eres joven. Ayuda mucho más heredar una casa a los 25 años que cuando has terminado de pagar la hipoteca de la que te tuviste que comprar. En la empresa familiar, igual. Hay que planificar una sucesión con tiempo pero sin que se perpetúe. Me vienen a la cabeza Isabel II y su hijo Charles. Se trata de entender el camino. En la mayoría de empresas familiares, en su fundación, la familia se encarga de la gestión (dirección), el control (Consejo de administración) y la propiedad (accionariado). A medida que se crece, se envejece, y conviene ir saliendo de la gestión, para ejercer el control y la propiedad. Para después, salir del control, y más adelante de la propiedad. Cuando digo salir, me refiero a que esta recaiga en personas capacitadas de la familia, de una generación más joven. Y posiblemente, esa es una de las principales tareas del fundador, dejar la empresa en manos de gente competente, porque aunque seas de hierro, no vas a vivir siempre.
Así, que propietario director general de 80 años (abuelo cebolleta), haz los deberes. Porque pasa en todos los lugares, y en Alcafran, también.
(Con todo el cariño del mundo para aquellas personas que un día apostaron todo por una idea que convirtieron en empresa y dan de comer a muchas familias)
Siempre se pueden aprovechar tus mensajes .
Un abrazo Jon