Estoy leyendo un libro en portugués que me recomendó Renato, “O Livro da Bruxa“, y me encuentro con un concepto que me apetece compartir. Habla de que la vida es como una escuela de pintura en la que te dan un lienzo en blanco, pinceles y pintura. A veces estaremos más o menos inspirados, con mayor o menor número de ideas, y por ello, realizaremos trazos de maestro en ocasiones y en otras no. Lo importante, es que aquello que hacemos mal puede ser corregido pintando encima. Rectificar cuando procede. Si dejaste pasar la oportunidad de elogiar a alguien, llama a esa persona y elógiale. Si debiste acariciar a alguien y no lo hiciste, hazlo la siguiente vez que la veas. El cuadro es algo vivo que permite modificación. No dejes tu cuadro lleno de borrones cuando se puede corregir y volver a pintar encima. Cada vez que corriges mejoras tu arte de pintar, en definitiva, de vivir.
Ahora bien, todos tenemos todos los pinceles, las pinturas y la tela que queramos, pero cada uno decide qué cuadro pintar. No pintes un cuadro tímido o limitado. Elige pintar a lo grande.
Me ha gustado mucho.