Llamar a las cosas por su nombre no es faltar el respeto. Vivimos en una sociedad de buenismo en la que debemos tener mucho cuidado con los términos que utilizamos porque la gente se conmueve y ofende fácilmente. Todos, todas y todes. Pero pienso que a las cosas hay que llamarlas por su nombre, y así, al que es vago, hay que decírselo. Al que es tóxico, también. Y al que es vago y tóxico, por duplicado. Dejémonos de eufemismos y llamemos a las cosas por su nombre. Quizás nos entendamos mejor y no confundamos a la gente.
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