Este post lo dedico a todas aquellas personas que se esfuerzan por avanzar y ser mejores cada día. Las que trabajan con ganas e ilusión.
Decía Andy Stalman, Al que envidie mi camino, le presto mis zapatos. El que termina una maratón después de 42 km no es que se ha esforzado ese día, hay cientos de días y kilómetros detrás, pero nosotros solo vemos el cruce de la meta. El que domina un idioma a la perfección no es porque se ha levantado con buen pie, detrás hay miles de horas de clases, viajes y tal vez estancias. Lo mismo ocurre en el trabajo cuando uno ocupa una determinada posición.
Suelo evitar juzgar a la gente, dado que no conozco su historia. Cada uno obedecemos a lo que somos por nuestra historia, a veces mejor, a veces peor. Juzgamos demasiado rápido, en un instante, sin haber visto la película completa, con solo la foto final. No debemos juzgar a nadie sin que hayamos hecho / conocido su camino. Tu sacrificio y esfuerzo lo conocen los que están cerca de ti, que normalmente, no te juzgan.
Quizás, antes de juzgar nos debiéramos realizar algunas preguntas; ¿has vivido mis enfermedades?¿mis penas y alegrías?¿ has madrugado lo que yo?¿has estudiado o trabajado lo que yo?¿ has llorado / sufrido lo que yo?¿has renunciado a lo que yo?
¿No tenemos suficiente con nuestro camino como para tener que juzgar el de los demás?
Amen, jon
Reflexión cien por cien compartida.