La gente puede cambiar. Normalmente, poco. Nos cuesta mucho abrirnos a pensar que la forma en que somos y pensamos es mejorable, y preferimos seguir siendo como somos y actuando como actuamos. El problema está en los demás, no en mí. Por lo tanto, son ellos los que deben cambiar. Así, el que es idiota, sigue siendo idiota. El que tiene una visión reducida, la sigue tendiendo, pase lo que pase y pese a lo que pase. El que solo acepta su realidad, solo ve su mundo. Normalmente, para que una persona cambie tiene que darse algo grave o traumático en su vida que lo tambalee de tal forma que lo incite a un cambio profundo. Eso, o que sea suficientemente inteligente como para pensar que sus actuaciones están basadas en su percepción y que el cambio solo ayuda a aumentar perspectiva.
Eso sí, el que es idiota, es idiota…
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