Hablo por experiencia propia. Sufrido y re-sufrido en mis propias carnes. Nos gusta responder a las preguntas para otros sin ni siquiera haberlas formulado. Es lo que conocemos como “dar por hecho”, y también, muchas veces, como “me va a decir que no”. He reflexionado sobre este tema llegando al convencimiento de que siempre hay que formular la pregunta, y que sea el otro quien responda.
Hace años necesitábamos contratar un técnico comercial. Entre los aspirantes nos vino un gallego que vivía en San Sebastian. Mi cerebro empezó a responder por sí solo: algún día se volverá a Galicia, no tiene vinculación con la zona, etc. Hasta que me di cuenta de que lo que realmente había que hacer era formularle a él las preguntas que me suscitaban duda.
Por que, ¿Cuántas oportunidades habremos dejado pasar a lo largo de nuestra vida por responder nosotros a las preguntas no formuladas a otros?
Haz la pregunta …
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