Vivimos en un mundo cada vez más acelerado en el que prima sobre todo el hacer. Hacer mucho. Y no digo que esté mal, pero siempre que tenga un determinado grado de calidad, y sobre todo, de sentido. Cuando prima la cantidad sobre la calidad, corremos el riesgo de no profundizar. De hacer mucho de forma superficial, pasando por encima para cumplir con los tiempos de cualquier manera. Y todo lo que se hace de esta manera, desaparece o retrocede con el tiempo. Es preferible que hagamos las cosas con calidad, pero teniendo en cuenta no eternizarnos. Especialmente recomiendo prestar atención a los proyectos de implantación con consultoría que llevan un calendario marcado. Para mí, no se trata de cumplir el calendario a rajatabla, se trata de implantar con calidad a rajatabla. Lo dijo Einstein hace mucho: el tiempo es relativo. Porque por cumplir un calendario, podemos implantar mal, y el tiempo que hemos corrido lo tendremos que dedicar después a corregir. Mientras que, si implantamos bien, llevando algo más de tiempo, necesitaremos pocas correcciones. Posiblemente la calidad nos evite la cantidad posteriormente.
¿Por qué el tiempo de implantación de un proyecto son 6 o 12 meses? ¿Sabes a qué ritmo navega mi organización? ¿Sabes la carga de trabajo que tenemos? ¿Sabes en qué otros proyectos estamos?
Las prisas pocas veces ayudan…
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