Cada persona tiene una responsabilidad en la empresa, por la que cobra.
Muchas veces las empresas nos confundimos y premiamos a aquellos que hacen bien lo que tienen que hacer, es decir, su trabajo. Debiéramos premiar a aquellas personas que hacen algo excepcional, no bien. Algo que se sale del estándar o de lo normal. No hay que premiar aquello que se debe hacer. Se cobra por ello. No está de más reconocer el trabajo bien hecho, pero nada de premios por hacer lo que hay que hacer. Algo similar ocurre muchas veces con los hijos. Por ejemplo, les premiamos porque sacan buenas notas o han aprobado un examen, cuando no debiéramos hacerlo. Los niños deben entender que las pocas responsabilidades que tienen, las tienen que cumplir, como por ejemplo, estudiar y aprobar, y que detrás no hay ninguna recompensa, porque es su cometido. La motivación para estudiar no debiera ser el premio.
El palo y la zanahoria son temporales, de corto alcance. Después de comer mucha zanahoria, se pierde el apetito por ella. Con el palo ocurre lo mismo, mucho palo tampoco mueve, el miedo no es buen compañero de viaje. Entramos en el terreno de la motivación, donde a mi parecer, no es cuestión de palo y zanahoria. La motivación es intrínseca a uno mismo, y si una persona no está motivada por sí misma, por mucho vegetal que haya de por medio (positivo o negativo) no se va a mover, no va a tener hambre.
Las empresas debemos crear entornos dónde la persona se identifique, esté a gusto y se sienta involucrada, de modo que quiera querer hacer y contribuir en el proyecto. Es decir, tenemos que favorecer el motivo. Cada cual alineará su motivo personal con el empresarial, y si no es así, o estará desmotivado, se irá, rendirá poco, le echaran, o una combinación de todo.
Por otro lado, más que premiar a la persona que trabaja bien, debiéramos dedicar ese tiempo a corregir a las personas que trabajan mal. No es aceptable pagar a alguien el 100% cuando cumple el 70% de su responsabilidad. Visto asépticamente, debiéramos poder adecuar su salario al cumplimiento de su responsabilidad. Como esto no es posible, lo que debemos hacer es “animarle” a que se gane su sueldo. A que cumpla con el 30% que le estamos pagando y no hace.
La motivación no se consigue con pequeños premios “trampa”:
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