La mayoría de heridas físicas profundas dejan una cicatriz. Quizás para recordarte que aquello que pasó tuvo relevancia. También hay heridas del alma o emocionales grandes que aunque no se vean, dejan cicatriz. En ambos casos, esa cicatriz debiera ser un recordatorio de lo que nos ocurrió, pero que curó, y propició un aprendizaje. Cada vez que veas o sientas una de tus cicatrices, recuerda que es un aprendizaje.
ESCRIBE UN COMENTARIO: