Debemos dar autonomía a las personas que dependen de nosotros para que puedan desarrollarse. Debemos quizás, marcar ciertas líneas, direcciones, cimas o puertos, y dejar que escalen o naveguen solos en su ámbito. La autonomía genera compromiso a la vez que otorga aprendizaje. La autonomía genera vinculación con el proyecto. “Sé a dónde tenemos que ir, ahora déjame espacio para que pueda dar lo mejor de mí y llegar lo antes posible”. Cuando la decisión está en la mano de los que dependen de ti, los caminos posibles son múltiples, y se corrigen rápidamente ante cualquier adversidad. “Sé dónde tengo que ir, no te preocupes, yo me encargo del resto, pase lo que pase”. Si tú tienes que decidir todo, mal vamos. Y además de mal, iremos lentos.
Lo contrario a la autonomía es la obediencia. Personas que esperan que se les dicte absolutamente todo lo que tienen que hacer. Esto mata la creatividad, ya que el camino a la cima o al puerto, es solo uno, el marcado por la Dirección / Responsable. Esto ralentiza el viaje. Ante cualquier contratiempo, me pararé, y subiré a Dirección para preguntar qué hacer, o si soy muy cabezón, dado que me han dicho que haga cierta cosa, me daré contra la misma pared una y otra vez. Para obediencia las mascotas, que además no cobran.
Si eres Directivo o Responsable de un equipo, tú decides qué clase de organización quieres tener, la del compromiso o la de la obediencia. Si eres subordinado, tú decides también en qué clase de organización quieres trabajar, la de la atadura o la de la libertad.
Te recomiendo que marques la dirección y dejes navegar libremente a tu gente, y que solo aparezcas cuando te necesiten o cuando veas que el barco se está desviando en exceso…
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