Debiera ser al revés. Debiéramos tardar mucho en contratar y poco en despedir. En definitiva, tener las cosas claras.
Tardar en contratar. No se trata de contratar al menos malo o a la mejor opción posible, se trata de contratar al ideal. Hay que contratar lo que nos hace falta, no se trata de tapar agujero. Si para eso hay que esperar, se espera. Vísteme despacio que tengo prisa.
No tardar en despedir. Cuando se tiene claro que una persona no es, no hay que tardar. Es malo para todo el mundo, para la organización completa y para la propia persona. Para la organización estamos retrasando el nuevo proceso de selección y contratación, y para la persona, le privamos que pueda empezar a moverse.
Lamentablemente, muchas veces tenemos urgencia para contratar ya que hay que cubrir un puesto (las prisas son malas consejeras) y nos cuesta mucho despedir, se nos encoge el brazo.
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