Durante los últimos 33 años, cada vez que me he mirado al espejo por la mañana me he preguntado: “Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?”. Y siempre que la respuesta ha sido “No” demasiados días seguidos, he sabido que algo tenía que cambiar… casi todo- todas las expectativas externas, todo el orgullo, todo el miedo al ridículo o al fracaso- se desmorona cuando te enfrentas a la muerte, dejándote sólo lo que de verdad importa. Recordar que vas a morir es la mejor forma que conozco para no caer en la trampa de pensar que tienes algo que perder.