Un científico había descubierto el arte de reproducirse a sí mismo tan perfectamente que resultaba imposible distinguir el original de la reproducción. Un día se enteró de que andaba buscándole el ángel de la muerte, y creo doce copias de sí mismo.
El ángel no sabía cómo averiguar cuál de los trece ejemplares que tenía ante sí era el científico, de modo que los dejó a todos en paz y regresó al cielo. Sin embargo, como era un experto en la naturaleza humana, regresó al poco tiempo y le dijo a científico:
El científico, enojado, de un salto y espetó: