A los cuarenta minutos de comenzar mi taller de negociación con el comité de dirección de Elpozo, aprendí una lección para toda la vida. Su presidente se levantó, se me acercó, y me susurró al oído una frase que contenía una palabra desconcertante: “En esta empresa no hay “siperosos“. Si, has leído bien: siperosos. Durante cuarenta minutos usé “si, pero”siete veces. Es esa empresa, quien arranca su discurso con un “si, pero”, lo llaman siperoso. Saben por experiencia que la siperoris es altamente contagiosa.
El presidente de Elpozo se sentó. Me disculpé con otro inicio de frase muy común: “es que no sabia”, “es que claro, como no conozco su empresa”, “es que …”. Se volvió a levantar. Vino hacia mi otra vez. Me volvió a susurrar al oído una segunda palabra más desconcertante todavía. Con mucha delicadeza me dijo: “en esta empresa no hay esquerosos. ¿Cómo? Un esqueroso es un colaborador con el que da asco trabajar. Desde entonces, como te puedes imaginar, ya no me han vuelto a llamar para impartir más talleres.
Ojo con la siperosis y la esquerosis porque son contagiosas. Empieza a construir esa cultura de la solución y no del problema. El que pone peros, es un siperoso. El que dice es que, es un esqueroso.
Es más fácil buscar una excusa que una solución.
Del libro :Cómo liderar hoy de Alejandro Hernández