La mayoría de las cosas que nos suceden son insignificantes. Sin embargo, como solo nos sucede eso, lo elevamos a tragedia de magnitud mundial. Un pinchazo en la rueda del coche, mancharte comiendo, un catarro, perder un autobús, no tener cobertura, y muchas otras cosas nos son catástrofes terribles. De que no haya wifi mejor ni hablamos. Nos gusta tener nuestro momento de atención y lo convertimos en drama. Todo este tipo de cosas pasan a un milésimo plano cuando la tragedia es de verdad: una leucemia, la pérdida de un familiar, no tener recursos económicos,… y entonces no hay tiempo ni ganas para todas las comedias mencionadas anteriormente. Quizás debiéramos rebajar un poco ese ego, y llamar a las cosas por su nombre. Lo que es drama es drama, y lo que no lo es, no lo es. Aprendamos a convivir con las pequeñas cosas que nos ocurren a diario que se quedan en simples tonterías o anécdotas cuando realmente nos ocurre algo serio.
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