Muchas veces he expuesto que hay que ser el mejor en lo que uno hace (al menos pretenderlo). Eso lo doy por hecho. Si te dedicas a la calidad, tendrás que saber qué es lo último en sistemas de calidad, qué hacen otros que puedas copiar o mejorar, saber hacia donde va el mercado, si hay nuevos requisitos… (lo mismo para los demás departamentos). Yo como Director General, nunca debiera saber más de calidad que nuestro Director de Calidad, tampoco de finanzas más que nuestra Directora financiera, etc… Si fuera así, mal andaría el negocio.
Una de las principales funciones del Director General es coordinar a los Directores de cada área. Y así, hasta abajo. Es decir, cada Directivo, se tendrá que preocupar de coordinar su área de la mejor manera posible. De hecho, una de las funciones directivas, es hacer hacer. En definitiva, hacer a través de otros, y aquí entramos en terreno pantanoso. Porque claro, para esto, no basta con ser el mejor técnico en lo tuyo, tienes que liderar, y a eso no nos ha enseñado nadie. Tienes que trasmitir un proyecto a los tuyos, motivarles, reconocer su trabajo, preocuparte por sus emociones, comunicar, entender, ser empático, desarrollarlos individualmente y de forma colectiva, y… muchas cosas más. Es decir, tiene trampa. Para ser el mejor en lo tuyo, tienes que ser el mejor técnico, pero a la vez el mejor gestor de personas que puedas llegar a ser. De lo contrario, no harás a través de otros, y no serás un directivo.
La empresa puede y debe ayudarte en tu desarrollo, pero el mayor contribuyente al mismo eres tú. Que tú seas el mejor es bueno para la empresa, porque la desarrollarás, pero creo que es evidente, que la mejora en tu desarrollo principalmente te favorece a ti.
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