Pocas cosas dañan más a un equipo que ver cómo quien debe dar ejemplo no lo hace. Ser líder implica una responsabilidad constante: cada acción comunica. Cuando lideras una organización o un equipo, te conviertes en un referente. Las personas observan, aprenden y replican comportamientos.
Por eso, es fundamental cuidar cada detalle. Si, por ejemplo, el director general llega tarde a las reuniones, el mensaje que transmite, aunque no lo exprese verbalmente nunca, es que la puntualidad no es importante. Y ese mensaje se amplifica en toda la organización.
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