Hay que tener siempre claro el objetivo por el cual hacemos las cosas. Y hay que aprender en el camino que recorremos para alcanzar el objetivo. Podemos no alcanzar el objetivo, pero si hemos aprendido, eso que queda.
Un objetivo no es un dogma, y puede cambiar a lo largo del tiempo.
Los deberes de los niños. ¿Cúal es el objetivo? Que el niño lleve los deberes bien hechos a clase, o por el contrario, que el niño aprenda a repasar y a responsabilizarse en hacer bien los deberes.
Comento esto porque durante un tiempo le corregía los deberes a mi hija, hasta que me dí cuenta de que no estaba haciendo bien. El objetivo no es que los deberes estén bien todos los días, es que adquiera una dinámica de trabajo, y una responsabilidad sobre lo que hace(si están bien mejor! 🙂 )
El futbol de los niñ@s. Desde hace algún tiempo, hasta una determinada edad, juegan todos los niños el mismo tiempo, independientemente de que unos sean mejores que otros. Pero, a partir de una edad, solamente juegan los buenos, y los demás, desgastan banquillo.
El objetivo cambia. Buscamos diferentes objetivos en diferentes momentos. Lamentablemente, hay padres que no entienden los objetivos, y se quejan, cuando los niños son pequeños, de que todos los niños jueguen por igual, cuando su hijo es mejor que los demás. También, cuando son mayores, se quejan porque su hijo no juega, pero tampoco entienden que el objetivo no es el de antes, no pueden jugar todos por igual.
En la organización, tenemos que cuestionarnos los objetivos que nos marcamos para ver realmente si responden a las necesidades que tenemos, y debemos tener la suficiente cintura para poder cambiarlos cuando la situación cambia.
Una empresa que tiene como objetivo facturar 20 millones de euros en el 2014, no puede mantener el mismo objetivo si a finales de junio ha vendido 6 millones. Deberá adecuar el objetivo y el plan de acción a las nueva situación.
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