De mayo a octubre nado por las mañana en el mar. Los domingos, vamos más tarde, y coincidimos con un grupo de personas muy mayores que van a jugar a futbol a la playa. Muy mayores significa que algunos ni siquiera corren tras el balón, van andando. Es todo un espectáculo verles jugar, pero sobre todo oír como se chillan unos a otros. Tienen un sistema muy curioso, que desde que lo vi, me encanto; Conforman las porterías con una serie de tubos metálicos. Lo curioso es que cada uno se lleva una pieza en el maletero de su coche a casa. Quizás no se lleven todos una pieza, pero las piezas se reparten. Es un sistema curioso que garantiza que vas a venir el siguiente domingo, o que si no vienes, te vas a preocupar de darle tu tubo a alguien, ya que si no, no hay portería y fastidias el juego a los demás. Esto es un equipo. Cada integrante aporta algo diferente (cada pieza es distinta) y si no están todas las piezas no podemos jugar a lo que queremos. Nos podremos apañar y jugar, pero no a lo que hemos venido a jugar. Por otro lado, si todas las piezas fuesen iguales, no podríamos montar una portería. Hacen falta tubos rectos y escuadras. De igual manera, la diversidad enriquece al equipo.
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