La vida va muy rápido. Observa una foto tuya de hace ocho años y una actual. Solo mejora el buen vino, tú no. Vamos a toda velocidad, y esto no es del todo bueno. Nos olvidamos de disfrutar del paisaje, de saborear las pequeñas cosas. Perdemos la ilusión por lo nuevo y por supuesto por lo cotidiano. Hemos dejado de jugar como cuando niños. Cuando cualquier paseo era una aventura, y pasa a ser una pérdida de tiempo que hay que realizar lo antes posible para llegar al destino. Cuando dejamos de descubrir lo que nos rodea porque tenemos prisa. Cuando con cuatro cosas eras capaz de crear e imaginar escenarios para pasar una tarde. Cuando una raqueta de tenis era una sartén, una guitarra, una escopeta, y múltiples cosas más. Cuando podías estar minutos mirando un avión en el cielo . Cuando todo estaba por descubrir y el mundo giraba lento a nuestro alrededor. Cuando todo era aventura. Cuando eramos creativos. Cuando eramos niños…
Totalmente de acerdo. Tengo la suerte de que lo vivi real. Un aro y una guia que yo me hacia con un alambre me lanzaba por las veredas mas feliz que Hamilton en su F-1. Cada día era una nueva aventura. Los ingredientes que tenía: Ni movil, ni radio, ni tele, ni luz eléctrica, ni escuela ni amigos. Yo, el monte pelado y mi mente creadora, imaginativa…era la felicidad…