La procrastinación es una palabra que nunca me ha gustado, no solo por el significado, sino por la palabra en si, me suena mal. Uno de los elementos comunes en las organizaciones, es precisamente este “palabro”. Normalmente se da en dos ocasiones: cuando no nos gusta la tarea a realizar, o cuando la tarea es muy grande. En el primer caso, poco podemos hacer, si no te gusta no te gusta. Yo personalmente, prefiero empezar por las cosas que tengo que hacer que no me gustan, y quitármelas cuanto antes. Simplemente, porque si no mi cerebro me recuerda constantemente que tengo algo pendiente, pero, además, se encarga de aderezarlo con recordarme que no me gusta, con lo que es doble castigo . Para el segundo motivo, es más fácil. Es lo de … ¿Cómo te comerías un elefante? Pues a cachitos. Se trata de coger una tarea grande y dividirla en subtareas, y si a esas tareas les asignas tiempo y fechas límite, es más difícil procrastinar. Puedes usar para esto el programa Trello (gestor de proyectos) que es gratuito, intuitivo y por lo tanto, fácil de usar. También puedes hacerlo con “Planner” del Office 365, que además te permite llevarla a la herramienta “To do” y de ahí gestionar tu agenda.
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