Normalmente la gente culpa a los demás de lo que no funciona en una organización, miramos hacia fuera en lugar de mirar hacia dentro. Actuamos como víctimas de una situación en vez de enfocarlo como posibles agentes de cambio. Hace tiempo una persona me enseñó que cuando quieres obtener información de lo que no funciona en una organización debes preguntar qué hacen mal los demás, en vez de preguntar qué haces mal tú. Te garantizo que la cantidad de información que se logra no tiene nada que ver.
Es mucho más fácil buscar culpables alrededor que tratar de buscar soluciones a los problemas. En una organización todos debiéramos ser solucionadores de problemas, tanto si son nuestros como del compañero que tengo al lado, ya que los problemas del de al lado me afectan o me afectarán inevitablemente de una manera u otra. El problema es que nos gusta más gastar energía en quejarnos que en solucionar lo que está mal. Y esto, es un tema de responsabilidad personal. Por eso, hay personas que trabajan, se esfuerzan en mejorar y en ayudar, tienen una actitud positiva para todo, y otras que sin embargo, se quejan, cuestionan, bajan los brazos, y viven como si hubiera un elemento superior (léase dirección, empresa, Universo, todos los dioses posibles y de todos los tamaños…) que conspiran para hacerle la vida imposible. Y su único cometido en esta vida es quejarse por lo que le ha tocado vivir. A esta gente, le recomiendo que se pase una temporada en paro, se dé una vuelta por hospitales, a ser posible por el oncológico, y en última instancia, acuda al cementerio en hora punta de entierros. Créeme, la perspectiva cambia.
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