Tu empresa tiene que tener atractivo. Deberá ofrecer como mínimo salarios de mercado, quizás algo más que de mercado para aquellos que tienen un talento descomunal. Pero, deberá tener también algo más, ese “me gusta estar aquí, me siento parte, me desarrollo, comulgo con lo valores, me apasiona el proyecto, y siento que contribuyo”. Si no es así, comenzará una fuga, y esta fuga normalmente es de acuerdo a la valía de la persona. Así pues, primero se irán los excepcionales, luego los buenos y seguido los normales. Nos quedaremos con los mediocres y lo malos. Estos dos últimos grupos no se van no porque no les guste el proyecto (que puede no gustarles), sino porque no tienen dónde ir. No los quiere nadie, y son conscientes. Afuera hace frio y dentro calorcito. Así que a sobrevivir haciendo el mediocre. Normalmente se combina la mediocridad con muchos años de antigüedad y experiencia en tareas de poco valor, con lo que hace que estas personas tengan un determinado salario y no les convenga empezar de cero en otro sitio. Al no tener ni actitud ni talento, nadie les va a pagar como a los primeros que se fugan.
Así pues, dedica tu tiempo a crear un entorno de trabajo que aleje la mediocridad e ilusione al talento.
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