MARATÓN Y SPRINT

Rara vez la velocidad no tiene sentido sin continuidad. En la mayoría de los casos, “la pechada” no sirve. De poco sirve realizar un esfuerzo descomunal si luego nos deja inoperativos. En ocasiones, por la premura y urgencia de los temas debemos realizar un esfuerzo grande y puntual, pero debe ser para cosas aisladas y esporádicas. No todo debe ni puede ser al ritmo de sprint. Lo normal es que nuestro esfuerzo sea continuado y a ritmo de crucero. Poco sirve hacer muy rápido los primeros 100 metros si luego eres incapaz de terminar la carrera. Es importante que adoptemos la velocidad al recorrido que debemos realizar. Por eso, muchos proyectos empresariales empiezan con mucha fuerza y dedicación, pero con el tiempo se les va el gas, como al Champagne, y no se terminan de implantar bien del todo. Se nos ha ido la fuerza en el comienzo por no medir bien el alcance.

Otro de los aspectos a cuidar es que, si es un trabajo de equipo, el ritmo de implantación es el del equipo. De poco sirve que unos vayan a sprint y el resto andando. El líder tiene que ser consciente de que no se está alejando de su equipo, y de que nadie más lo hace. Debemos buscar el ritmo óptimo de avance, y eso significa que en ocasiones hay que frenar a unos y empujar a otros.