Tengo un bonsái en la mesa de reuniones de mi despacho. Simplemente porque me gusta y me recuerda que cuando ponemos límites las cosas no crecen, o lo hacen de forma mucho más lenta.
Lo mismo ocurre en las organizaciones, cuando establecemos límites muy concretos, las personas no se desarrollan, y por lo tanto, tampoco la organización en las que están. Cualquier barrera que establezcamos reduce el desarrollo y la creatividad. Nos guste o no, debemos dejar espacios para que las personas avancen y crezcan. Y no digo que no haya ningún límite, marca el terreno de juego, pero luego deja jugar. Si cortamos cada ramita que crece, solo nos queda lo viejo. Y lo viejo no garantiza continuidad en mercados nuevos y cambiantes. Aniquilamos la creatividad. Y sabes, que las formas de hacer pasadas, no garantizan el éxito futuro.
Porque, ¿Queremos tener una organización llena de bonsáis, o por el contrario, una llena de frondosos árboles que crecen y crecen sin parar?
Si además de dejar andar, acompañas en el camino, eres un auténtico líder. Si eres responsable de un equipo, una de tus funciones principales es hacer crecer a tu gente. Si no lo haces, deja paso a alguien mejor que tú.
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