Hay muchos factores que afectan negativamente a la innovación. Estos son los enemigos principales que me vienen a la cabeza:
La comodidad: empresas que llevan tiempo haciendo lo mismo y con éxito. A pesar de que repitamos una y otra vez la importancia que tiene la innovación (exploración), nos sentimos cómodos en la explotación, el día a día.
La jerarquización: El organigrama de departamentos estancos donde cada uno se mira su propio ombligo.
La burocracia: Todo va lento y con copia por duplicado. Cualquier iniciativa se eterniza.
La mentalidad: Especialmente la de aquellos que dirigen. Son los que tienen que dar ejemplo.
La autolimitación: Pensar en que no se tiene suficiente creatividad para innovar cuando todos la tenemos.
El alcance: No entender la innovación como un cambio cultural que debe afectar a toda la organización.
La priorización: No entender la innovación como algo prioritario para la organización dejándola en un segundo plano. Lo que nos lleva a falta de foco.
La inversión: tener que invertir en algo de dudoso resultado (a corto- medio plazo).
La falta de resultados tangibles: La dificultad de materializar la innovación en euros, llevándonos al desanimo.
El autoengaño por la falta de tiempo: Al no establecerlo como prioritario, no está en la agenda de las personas. Se le dedica el tiempo que sobre, que suele ser tendente a cero.
La dificultad: Si fuera fácil todo el mundo lo haría. Nos enfrentamos a lo desconocido, a la incertidumbre en lo que hay que hacer y en la obtención de resultados. La innovación es difícil.
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