El cambio es pasar de un estado conocido en el que nos sentimos cómodos, llevamos tiempo y de resultados esperados, a otro estado que desconocemos, en el que intuimos que vamos a estar incómodos, y en el que no sabemos a ciencia cierta si los resultados que alcanzaremos van a ser los que esperamos. Además, en muchas ocasiones, la motivación de cambio no viene generada por nosotros mismos, sino por requerimiento de alguien externo. Hablando en plata; vamos a cambiar algo que te afecta a ti plenamente, pero que he decidido yo, y que te voy a explicar deprisa y corriendo en cinco minutos, y además espero un gran esfuerzo de tu parte para obtener unos fantásticos resultados. ¡El tiempo empieza ya! Pero, así, la cosa empieza mal desde el inicio. Es por ello, que la mayoría de la veces existe el rechazo al cambio. Obviamos que las personas llevan años trabajando de una misma manera, y que el cambio es un proceso, y como tal, requiere tiempo, y sobre todo mucha explicación y dedicación.
Así que por favor, ¡Vísteme despacio que tengo prisa! De lo contrario, no alcanzarás lo que deseas…
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