Vivimos en un mundo cada vez más acelerado en el que prima sobre todo el hacer. Hacer mucho.

Esta es la gran pregunta que la mayoría de veces NO nos hacemos. Es la pregunta que cuestiona y mueve a la acción. La pregunta que posibilita hacer aquello que nos parece difícil o imposible.

Decía Groucho Marx; “Paren el mundo que me bajo“. Y no le faltaba razón.

Poca gente es capaz de hacer magia con su don. Hay algún privilegiado, pero son los menos. Todos los demás nos tenemos que esforzar, y mucho.

Tu actitud es la que cambia todo. Diversos estudios demuestran que enfrentarse a todo con optimismo da mejores resultados que hacerlo desde una posición negativa.

Intentarlo. Si no lo hacemos no sabremos si es posible o no. Muchas veces nos auto-contestamos sin ni siquiera intentarlo. Nos convencemos de que no es posible realizarlo.

Un mal día lo tiene cualquiera. De hecho, todos los tenemos. El problema es cuando tu mal día se alarga demasiado, meses sino años. Ya no es un mal día.

Cuando estás, estate. Ya que tienes que estar, aprovéchalo. Si tienes que trabajar 8 horas al día, haz que sean provechosas, tanto para la organización como para ti.

Las personas que viven poniendo excusas a todo aquello que les sale mal asumen un papel de víctima desde donde es muy difícil cambiar nada.

A todos no nos motiva lo mismo. La mayoría de las veces no nos interesamos por lo que motiva a la otra persona, y tendemos a “motivarle” con lo que nos gusta a nosotros.

Mucha gente dice que no puede, pero realmente, no es perseverante. Al primer contratiempo arroja la toalla. La gente que consigue algo en esta vida es porque tiene muy claro el objetivo que persigue.

Si quieres estar, estate. Si no quieres estar, vete. Me quejo de la gente que no quiere estar en una empresa, pero no toma la determinación de irse.