Cuentos

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EL ERIZO Y EL ZORRO

Por Jim Collins, Good to Great (HarperCollins 2001)

En su famoso ensayo “El Erizo y el Zorro”, Isaiah Berlin dividió el mundo en erizos y zorros, basado en una antigua parábola Griega “El zorro sabe muchas cosas, pero el erizo conoce una cosa importante”. El zorro es una criatura astuta, capaz de concebir una cantidad importante de estrategias complejas para atacar de sorpresa al erizo. De día y de noche, el zorro le da la vuelta a la guarida del erizo, esperando el momento perfecto para atacar. Rápido, brillante, hermoso, de pies veloces y hábil – el zorro parece el seguro ganador. Por otro lado, el erizo es una criatura sin elegancia, parece ser de una mezcla de puercoespín y un pequeño armadillo. Se pasa el día caminando lentamente, buscando su almuerzo y cuidando su hogar.

El zorro espera en un astuto silencio en el cruce del camino. El erizo, sin ninguna preocupación camina lentamente hacia el camino del zorro. “Ajá!” ¡Ahora sí te agarré! piensa el zorro. El zorro da un gran salto, tan rápido como un relámpago. El pequeño erizo, sintiendo el peligro mira hacia arriba y piensa, “Aquí vamos otra vez ¿Aprenderá algún día?

Entonces, el erizo se enrolla en una perfecta bola, y se convierte en una esfera de filosas espinas, cada una de ellas apuntando hacia fuera en todas las direcciones. El zorro salta contra su presa, ve como el erizo se defiende y desiste del ataque. En su retirada hacia el bosque, el zorro comienza a tramar su nueva estrategia de ataque. Cada día, se repite la misma historia de la batalla entre el erizo y el zorro, y a pesar de la gran astucia del zorro, el erizo siempre gana.

Berlin extrapoló de esta pequeña parábola para dividir las personas en dos grupos básicos: zorros y erizos. Los zorros persiguen muchas metas al mismo tiempo y ven el mundo en toda su complejidad. Están “dispersos o difusos!, moviéndose en muchos niveles, dice Berlin, nunca integran su pensamiento en un concepto total o una visión unificada. Por otra parte, los erizos simplifican un mundo complejo en una idea organizacional simple, un principio básico de concepto que unifica y guía todo. No importa cuan complejo sea el mundo, un erizo reduce todos los retos y dilemas a ideas de erizos simples. Para un erizo, cualquier cosa que no tiene relación a ideas de erizo, no tiene ninguna relevancia.

Marvin Bressler, catedrático de la Universidad de Princeton, señaló que el poder del erizo durante una de nuestras largas conversaciones: “¿Quieres saber qué separa a aquellos que logran hacer un mayor impacto de las demás personas que solamente son listas? Son erizos”. Freud y el inconsciente, Marx y la clase trabajadora, Einstein y la relatividad, Adam Smith y la división de labor – todos ellos eran erizos. Tomaron un mundo complejo y lo simplificaron. “Aquellos que dejan las huellas más grandes”, dijo Bressler, “escuchan muchas veces, “es una buena idea, pero has ido demasiado lejos!”.

Quiero que quede claro que los erizos no son estúpidos. Por el contrario. Ellos comprenden que la esencia de las ideas profundas es las simplicidad. ¿Qué puede ser más sencillo que e=mc2?¿Qué puede ser más sencillo que la idea del inconsciente, organizada en un id, ego y superego?¿Qué puede ser más elegante que la fábrica de alfileres de Adam Smith? No, los erizos no son tan simples, tienen una idea penetrante que les permite ver a través de las complejidades y discernir patrones fundamentales. Los erizos ven lo esencial e ignoran el resto.

LOS JABALÍES DE LA CIÉNAGA DE OKEFENOKEE

Un forastero detiene su caballo y su carreta delante de una tienda de pueblo, en la que venden las mercancías más diversas, situada en el camino a la ciénaga de Okefenokee.

Anuncia: ¡He venido a cazar jabalíes!

Los parroquianos se echan a reír. ¿Esas bestias salvajes y peligrosas? ¡Ni lo sueñes!. Ni los rifles más potentes pueden abatirlos. ¡Vuelve a casa! Forastero, perdí esta pierna huyendo de los jabalíes. Márchate.

En realidad quería comprar maíz, dice. Y cada semana compra más de camino a la ciénaga.

Los cazadores se rascan la cabeza, acarician sus escopetas y pasan los meses hasta que un día el forastero anuncia: Caballeros, tengo que llevar seiscientos jabalíes al mercado.

En medio de un silencio fruto del asombro, explica su técnica: «Primero puse un poco de maíz en el borde de un claro. Cada semana añadía un poco más de grano en dirección al centro».

Primero los jabalíes jóvenes, pero al final incluso los más grandes y salvajes, sucumbieron al atractivo de la comida fácil. «Dejaron de temerme, y metro a metro fui construyendo un corral. Como tenían la vista fija en el maíz, ni se enteraron.»

¡No es posible! —Protestaron los viejos cazadores—. ¡Eso no es cazar!

Claro que lo es- replicó el hombre-. Y esta mañana cerré la puerta.

Esta historia es un cuento con moraleja de doble cara. Las dos caras dicen lo mismo: usa tu cabeza.

    1. El forastero cuestiona los métodos tradicionales de cazar jabalíes, y entonces tiene éxito.
  1. Los jabalíes dejan de pensar y no logran darse cuenta de que gradualmente (y hábilmente) los están encerrando

A CADA UNO SU RESPUESTA

Un joven discípulo se sentó un día al lado de su maestro a la hora en que este recibía visitas de personas que querían acceder a su sabiduría.

El primero le preguntó: —Señor, ¿Dios existe?

—Sí —fue su respuesta.

El segundo visitante fue una mujer que preguntó lo mismo:

—Oh, venerable sabio, ¿existe Dios?

—No —fue en esta ocasión su respuesta.

El último visitante también preguntó lo mismo, pero esta vez la respuesta del maestro fue el silencio.

El muchacho estaba desconcertado e inquirió la razón por la cual el maestro respondía de modo distinto a la misma pregunta.

—Verás, el primer hombre estaba pasando una crisis espiritual y mi respuesta ha contribuido a confirmar su intuición espiritual. La mujer, en cambio, es una devota que deja de atender a su familia para pasar las horas poniendo incienso y aceite a las imágenes, por lo que he contribuido a deshacer sus fantasías. En cuanto al tercero, era simplemente un curioso diletante al que no merecía la pena ni dedicarle un minuto.