Cuentos

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DIÓGENES

Estaba Diógenes cenando lentejas en su tonel cuando le vio el filosofo Aristipo, quien vivía confortablemente a punta de adular al Rey.

Y le dijo Aristipo: “Si aprendieras a ser sumiso al rey, no tendrías que comer esa basura de lentejas’.

A lo que replicó Diógenes: “Si hubieras tú aprendido a comer lentejas, no tendrías que adular al rey”.

EL HERRERO

Un joven fue a solicitar un puesto importante en una empresa grande. Pasó la entrevista inicial e iba a conocer al director para la entrevista final. El director vio su CV, era excelente. Y le preguntó:

-“¿Recibió alguna beca en la escuela?” el joven respondió “no”.

-“¿Fue tu padre quien pagó tus estudios? ”

-” Si.”-respondió.

-“¿Dónde trabaja tu padre? ”

-“Mi padre hace trabajos de herreria.”

El director pidió al joven que le mostrara sus manos .

El joven mostró un par de manos suaves y perfectas.

-“¿Alguna vez has ayudado a tu padre en su trabajo? ”

-“Nunca, mis padres siempre quisieron que estudiara y leyera más libros. Además, él puede hacer esas tareas mejor que yo.

El director dijo:

-“Tengo una petición: cuando vayas a casa hoy, ve y lava las manos de tu padre, y luego ven a verme mañana por la mañana.”

El joven sintió que su oportunidad de conseguir el trabajo era alta. Cuando regresó a su casa le pidió a su padre que le permitiera lavar sus manos.

Su padre se sintió extraño, feliz pero con sentimientos encontrados y mostró sus manos a su hijo. El joven lavó las manos poco a poco. Era la primera vez que se daba cuenta de que las manos de su padre estaban arrugadas y tenían tantas cicatrices. Algunos hematomas eran tan dolorosos que su piel se estremeció cuando él la tocó.
Esta fue la primera vez que el joven se dio cuenta de lo que significaban este par de manos que trabajaban todos los días para poder pagar su estudio. Los moretones en las manos eran el precio que tuvo que pagar por su educación, sus actividades de la escuela y su futuro.

Después de limpiar las manos de su padre, el joven se puso en silencio a ordenar y limpiar el taller. Esa noche, padre e hijo hablaron durante un largo tiempo.

A la mañana siguiente, el joven fue a la oficina del director.

El director se dio cuenta de las lágrimas en los ojos del joven cuando le preguntó: -“¿Puedes decirme qué has hecho y aprendido ayer en tu casa?”

El joven respondió: -“lavé las manos de mi padre y también terminé de asear y acomodar su taller”

-“Ahora sé lo que es apreciar, reconocer. Sin mis padres, yo no sería quien soy hoy. Al ayudar a mi padre ahora me doy cuenta de lo difícil y duro que es conseguir hacer algo por mi cuenta. He llegado a apreciar la importancia y el valor de ayudar a la familia.

El director dijo: “Esto es lo que yo busco en mi gente. Quiero contratar a una persona que pueda apreciar la ayuda de los demás, una persona que conoce los sufrimientos de los demás para hacer las cosas, y una persona que no ponga el dinero como su única meta en la vida”. “Estás contratado”.

EL ESPANTAPÁJAROS

Con el tiempo he llegado a la conclusión de que tras este artilugio casi humano se esconde una gran enseñanza sobre el sentido del miedo. El espantapájaros, considerado como símbolo, tiene varias lecturas.

La primera, la más literal, es que asusta a los pájaros. Está plantado en un campo, se parece a un hombre, a un desconocido, y cuando los pájaros lo ven, huyen volando porque lo asocian con alguien que puede matarlos y tienen miedo.

La segunda lectura requiere algo de valor: hay que acercarse al espantapájaros, con prudencia y cuidado, “suavemente y con gran pericia”, y darse cuenta de que no se trata de un cazador o un labriego y que, por lo tanto, se puede comer de lo plantado en ese campo. No hay nada que temer, no hay peligro. A pesar de que al principio hay miedo a lo desconocido, nos estamos familiarizando con él y hemos comprobado aquello tan sabido de que las apariencias engañan.

En al tercera lectura, cuando el miedo ha desaparecido, tiene lugar una verdadera revelación: el espantapájaros, lejos de se un peligro, es casi siempre una oportunidad, ya que nos señala con precisión el lugar en el que podemos encontrar alimento.

Juli Peradejordi

IKEA

Sólo dejas de cometer errores mientras duermes.

Divide tu vida en unidades de 10 minutos y sacrifica las menos posibles en actividades insignificantes.

La burocracia complica y paraliza. La planificación en exceso es la principal causa de «muerte corporativa».

Termina el trabajo que tienes pendiente cada día. Es el mejor somnífero.

La felicidad no está en alcanzar tu objetivo, sino en el camino hacia el objetivo, así que elimina la palabra imposible de tu diccionario.

reflexiona: si es bueno para nuestros clientes, lo será también para ti a largo plazo.

Ingvar Kamprad(Fundador de IKEA)

LA VACA Y LA ATADURA

Un viejo maestro y su discípulo, tras visitar los parajes más pobres de una provincia, llegaron hasta la casa más triste de la comarca, donde pidieron alojamiento y pasaron la noche.

En aquella casa de seis metros cuadrados – repleta de basura, desperdicios y cuyo techo dejaba filtrar el agua- vivían ocho personas (el padre, la madre, cuatro hijos y dos abuelos vestidos con ropas viejas y malolientes) en la más absoluta pobreza, y cuyo único medio de subsistencia era una vaca flaca que les daba el alimento justo para sobrevivir.

Antes del amanecer, el viejo maestro se despertó, saco una daga de su bolsa, y de un tajo degolló a la vaca; luego, sin inmutarse, se marchó junto al discípulo que preocupado se preguntaba sobre el futuro de aquella familia.

Un año más tarde, el viejo maestro y su joven discípulo regresaron al mismo lugar, vieron que sobre aquella casucha se levantaba ahora una casa grande y recién construida. El joven discípulo, con tristeza, pensó que sus antiguos moradores habían abandonado el lujar, pero, para su sorpresa, tras acercarse a la casa y preguntar sobre sus moradores, descubrió que aquellas personas eran las mismas.

El joven preguntó al padre las razones del cambio y este le contó que hacía un año habían perdido drásticamente su único medio de subsistencia, la vaca. Le contó también que al principio su reacción fue de absoluta desesperación y angustia, se dieron cuenta de que, a menos que hicieran algo, su supervivencia estaría comprometida.

Así fue como notaron que detrás de la casa, debajo de mucha basura y chatarra, había tierra fértil. Despejaron el sitio y empezaron a sembrar, y la improvisada granja empezó a producir más de lo que necesitaban para vivir, por lo que empezaron a vender lo cosechado, primero a sus vecinos y luego al pueblo entero, obteniendo el dinero suficiente para vestirse mejor y arreglar la casa. Aquella familia vivía de modo conformista y la vaca era una cadena para ellos y no les permitía crecer.

LOS RATONES

Una familia de ratones habitaba en la despensa de una casa, en la casa también habitaba un enorme gato que día y noche los vigilaba, los ratones muy poco salían de la despensa ya que le tenían mucho miedo al gato.

Hasta que llegó el día, los ratones decidieron ponerle fin al problema, convocaron una asamblea a petición del jefe de los ratones que era el más viejo. El jefe de los ratones se pronunció a los presentes:

  • Los he reunido para buscarle fin a este problema, no podemos seguir viviendo así, esto es invivible.
  • ¡Quiero opinar! -dijo un asistente a la asamblea- Vamos a ponerle un cascabel al gato y así todos sabremos por dónde camina el enemigo.

Esa interesante propuesta fue aceptada por todos en la asamblea entre aplausos y felicidad, ellos pensaron que con el cascabel estarían a salvo, porque su sonido avisaría la llegada del gato.

  • ¡Silencio! -dice el jefe de los ratones, para luego opinar- Falta algo muy importante. ¿Quién de todos le va a colocar el cascabel al gato?

Al escuchar eso los ratones se quedaron en silencio, ya que no podían contestar esa pregunta. Corrieron inmediatamente a sus cuevas muy triste, con hambre y sin ninguna solución.

EL MANTEL

Un joven pastor y su mujer eran nuevos en el vecindario cuando se enfrentaron al primer desastre en su iglesia, debido a una gran tormenta que afectó a la zona cerca de Navidad. Lo que sucedió después fue un milagro hecho posible gracias a la amabilidad de la gente.

El nuevo pastor y su mujer, recientemente asignados por el primer ministro para reabrir una iglesia suburbana de Brooklyn, llegaron en octubre emocionados por esta nueva oportunidad. Cuando vieron la iglesia, estaba en ruinas y necesitaba mucho trabajo. Pero, en seguida, se pusieron manos a la obra para tenerla lista para dar su primer servicio el día de Nochebuena.

Trabajaron duro, arreglaron los bancos de la iglesia, enlucieron las paredes, pintaron y el 18 de diciembre estaba a punto de terminar, por lo que iban según el calendario que se había propuesto.

El 19 de Diciembre empezó un terrible temporal, que duró dos días.

El día 21, el pastor volvió a la iglesia. Se quedó destrozado al descubrir que la chimenea había tenido una fuga, provocando que un área de unos 6 x 2,5 metros del enlucido de la pared se hubiese derrumbado justo detrás del púlpito.

El pastor lo limpió todo sabiendo que iba a tener que posponer el servicio de Nochebuena.

De camino a casa, vio que un comercio de la zona tenía un mercadillo benéfico, y se paró en él. Uno de los objetos que había era un precioso mantel de crochet, hecho a mano de forma exquisita, muy colorido y con una cruz en medio. Era perfecto para cubrir en agujero que se había formado en la pared. Lo compró y volvió a la iglesia.

Había empezado a nevar. Una mujer mayor corría en dirección contraria para coger el bus. Lo perdió. El pastor la invitó a que esperara dentro de la iglesia hasta el próximo, que era 45 minutos después, para que estuviera más calentita.

Se sentó en uno de los bancos sin prestarle atención al pastor que cogió las escaleras, los ganchos… para colocar el mantel como un tapiz en la pared. El pastor no se podía creer lo bien que quedaba y cómo tapaba todo el agujero.

Entonces se dio cuenta de que la mujer se estaba acercando. Tenía la cara completamente blanca. “Pastor”, le dijo, “¿dónde ha conseguido ese mantel?”

El pastor se lo explicó. La mujer le pidió que la dejara acercarse para comprobar si en la esquina de abajo a la derecha tenía las iniciales EBG. Allí estaban.

Eran sus iniciales. Ella había hecho ese mantel 35 años antes, en Austria.

A la mujer le costó creer cómo el pastor había conseguido aquel mantel. Le explicó al pastor que antes de la guerra ella y su marido eran una adinerada familia en Austria.

Cuando llegaron los nazis, ella se vio obligada a salir del país. Su marido se iba a reunir con ella una semana después. Pero fue capturado, enviado a prisión y nunca volvió a verlo.

El pastor quiso devolverle el mantel, pero ella lo convenció para que se lo quedara para la iglesia.

El servicio del día de Nochebuena fue maravilloso. La iglesia estaba llena. La música y el espíritu eran indescriptibles. Al final del oficio, el pastor y su mujer saludaron a todos en la salida y la mayoría les dijeron que volverían.

Un señor mayor, que el pastor conocía del vecindario, se sentó en uno de los bancos y se quedó allí, hasta que el pastor se acercó a preguntarle por qué no se iba.

El hombre le preguntó que de dónde había sacado el mantel de la pared porque él había tenido uno idéntico hace muchos años cuando vivía en Austria antes de la guerra.

Le explicó al pastor que cuando llegaron los nazis, obligó a su mujer a marcharse para que estuviera a salvo y que él pensaba volver con ella, pero fue capturado y metido en prisión. Y que nunca había vuelto a ver a su mujer en 35 años.

El pastor le preguntó si le permitía que lo llevara a un sitio en coche. Condujo hasta Staten Island, a la misma casa a la que había llevado a la mujer tres días antes.

Ayudó al hombre a subir las tres plantas hasta el apartamento de la mujer, llamó a la puerta y contempló el reencuentro más bonito que había vivido nunca.

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LAS HERRAMIENTAS DE CARPINTERÍA

Había una pequeña asamblea en la carpintería, en donde las herramientas planeaban arreglar sus diferencias. El martillo fue escogido como el director de debates, pero la asamblea pidió su renuncia, porque hacía mucho ruido y se la pasaba golpeando a cada rato. El martillo aceptó, pero pidió que el tornillo fuera expulsado también, debido a que tenían que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.

El tornillo también aceptó, pero también solicitó que expulsaran al papel de lija, porque era muy áspera al tratar y constantemente tenía fricciones con los demás. Ella también aceptó, con la condición de que expulsaran a el metro, porque siempre se la pasaba midiendo a los demás según su propia medida, como si el fuera perfecto.

En ese instante, el carpintero entro al lugar, y utilizando todas las herramientas, transformo un trozo de madera, en un hermoso mueble. Cuando el carpintero se fue, la asamblea siguió, y el serrucho tomó la palabra:

– Herramientas, ha quedado claro que todos tenemos defectos, pero al carpintero no trabaja con esos defectos, sino con nuestras cualidades. Eso nos hace valiosos. Así que dejemos de concentrarnos es nuestras debilidades y comencemos a tomar en cuenta nuestras cualidades.

Así, la asamblea determino: El martillo era fuerte, el tornillo unificaba y daba fuerza, la lija ayudaba a afinar y limar asperezas y el metro era preciso y exacto.

EL ESPEJO

Renato casi no vio a la señora, que estaba en el coche parado, al costado de la carretera. Llovía fuerte y era de noche. Pero se dio cuenta que ella necesitaba de ayuda…

…Así, detuvo su coche y se acercó. El coche de la señora olía a tinta, de tan nuevo. La señora pensó que pudiera ser un asaltante. Él no inspiraba confianza, parecía pobre y hambriento…

…Renato percibió que ella tenía mucho miedo y le dijo: “Estoy aquí para ayudarla señora, no se preocupe. ¿Por qué no espera en el coche que está más calientito? A propósito, mi nombre es Renato”…

…Bueno, lo que pasaba es que ella tenía una rueda pinchada y para colmo era una señora de edad avanzada, algo bastante incómodo. Renato se agachó, colocó el gato mecánico y levantó el coche. Luego ya estaba cambiando la rueda. Pero quedó un poco sucio y con una herida en una de las manos…

…Cuando apretaba las tuercas de la rueda ella abrió la ventana y comenzó a conversar con él. Le contó que no era del lugar, que sólo estaba de paso por allí y que no sabía cómo agradecer por la preciosa ayuda. Renato apenas sonrió mientras se levantaba…

…Ella preguntó cuánto le debía. Ya había imaginado todas las cosas terribles que podrían haber pasado si Renato no hubiese parado para socorrerla. Renato no pensaba en dinero, le gustaba ayudar a las personas…

…Este era su modo de vivir. Y respondió: “Si realmente quisiera pagarme, la próxima vez que encontrase a alguien que precise de ayuda, dele a esa persona la ayuda que ella necesite y acuérdese de mí”…

…Algunos kilómetros después, la señora se detuvo en un pequeño restaurante. La camarera vino hasta ella y le trajo una toalla limpia para que secase su mojado cabello y le dirigió una dulce sonrisa…

…La señora notó que la camarera estaba con casi ocho meses de embarazo, pero por ello no dejó que la tensión y los dolores le cambiaran su actitud…

…La señora quedó curiosa en saber cómo alguien que teniendo tan poco, podía tratar tan bien a un extraño. Entonces se acordó de Renato. Después que terminó su comida, y mientras la camarera buscaba cambio, la señora se retiró…

…Cuando la camarera volvió quiso saber a dónde la señora pudo haber ido, cuando notó algo escrito en la servilleta, sobre la cual tenía 4 billetes de 1000 euros…

…Le cayeron las lágrimas de sus ojos cuando leyó lo que la señora escribió.

Decía:

– Tú no me debes nada, yo tengo bastante. Alguien me ayudó hoy y de la misma forma te estoy ayudando. Si tú realmente quisieras reembolsarme este dinero, no dejes que este círculo de amor termine contigo, ayuda a alguien…

…Aquella noche, cuando fue a casa, cansada, se acostó en la cama; su marido ya estaba durmiendo y ella quedó pensando en el dinero y en lo que la señora dejó escrito…

…¿Cómo pudo esa señora saber cuánto ella y el marido precisaban de aquel dinero?. Con el bebé que estaba por nacer el próximo mes, todo estaba difícil…

…Quedó pensando en la bendición que había recibido, y dibujó una gran sonrisa…

…Agradeció a Dios y se volvió hacia su preocupado marido que dormía a su lado, le dió un beso suave y susurró:
-Todo estará bien: ¡te amo Renato!

No te contagies de la falta de amabilidad que nos rodea.
LA VIDA ES ASÍ… UN ESPEJO… TODO LO QUE TÚ DAS EN ALGÚN MOMENTO, MÁS TARDE O MÁS TEMPRANO ¡VUELVE A TI!

EMPUJÓ A SU ESPOSA PARA SALVARSE DURANTE EL HUNDIMIENTO DE UN CRUCERO

Un día, durante una clase, una profesora relató a sus alumnos una historia sobre un crucero que se hundió en el mar. Contó cómo una pareja logró llegar hasta el último de los botes salvavidas, pero desafortunadamente se dieron cuenta de que solo había espacio para uno. No te imaginas la lección que aprendieron aquel día.

Durante un viaje, un crucero tuvo un terrible accidente en el mar que obligó a todos sus tripulantes a evacuarlo de emergencia. Una pareja logró llegar hasta el último de los botes salvavidas, pero por desgracia solo había espacio para una persona. En ese momento, el hombre empujó a su mujer y saltó al bote. La mujer se quedó en el barco y mientras se hundía le gritó algo a su marido.

La profesora paró y pregunto:

¿Qué creéis que gritó la mujer?

La mayoría de los estudiantes contestaron: ¡Te odio! ¡Eres lo peor!

Entre todo el alboroto, la profesora se dio cuenta de un chico que estaba en silencio y le repitió la pregunta.

El chico que estaba en silencio contestó: Profesora, creo que lo que le gritó fue algo como ¡cuida de nuestro hijo!

Sorprendida, la profesora le preguntó ¿Has oído esta historia antes?

El chico negó con la cabeza.

No pero eso fue lo que mi madre le dijo a mi padre antes de que muriese por una enfermedad. La profesora un poco afectada le dijo que la respuesta era correcta y prosiguió con la historia.

El crucero se hundió. El hombre regresó a casa y crió a su hija él solo. Muchos años después, el hombre murió y su hija encontró un diario mientras ponía en orden sus pertenencias. Resulta que pocos días antes de subir al barco, a la madre le había diagnosticado una enfermedad terminal. En aquel momento del hundimiento, el padre corrió hasta la única oportunidad de supervivencia de su hija. Él escribió en su diario. “Cómo hubiese deseado hundirme hasta el fondo del mar contigo cariño, pero por el bien de nuestra hija solo puede dejarte descansar en soledad.”

La clase estaba en silencio mientras la profesora terminó la historia.

Todos los estudiantes habían entendido la moraleja de la historia:

Lo que está bien y lo que está mal a veces es muy difícil de diferenciar. Es por esto que no sólo hay que centrarse en lo superficial y juzgar a los demás sin entenderlos por completo.

Aquellos que pagan las cuenta en los bares no lo hacen porque les sobra el dinero, lo hacen porque valoran la amistad por encima del dinero.

Aquellos que toman la iniciativa en el trabajo no lo hacen porque son estúpidos, sino porque comprenden el concepto de responsabilidad.

Aquellos que se disculpan primero después de una pelea no lo hacen porque estén equivocados, lo hacen porque valoran a las personas que le rodean.

Aquellos que a menudo te escriben no lo hacen porque no tienen nada mejor que hacer, lo hacen porque te tienen en su corazón.

Un día, todos estaremos separados los unos de los otros. Extrañaremos nuestras conversaciones más tontas y los sueños que teníamos. Los días pasan, los meses, los años, el tiempo pasa hasta que retomar el contacto con otra persona se hace raro. Un día nuestros hijos preguntarán “¿Quiénes son esos?” Y nosotros contestaremos “Con ellos tuve los mejores momentos de felicidad.”

DABIZ MUÑOZ

La certeza de que nuestro peor día debería ser un 9,5, ocurra lo que ocurra, y también la seguridad de que el salto de ese 9,5 al 10, mi propio concepto del 10, es lo que marca la diferencia, lo que realmente hace que nuestra comida te haga explotar las papilas gustativas y la gente se vaya a casa pensando que nunca ha visto, sentido y saboreado nada igual…

Una insatisfacción constante ante lo conseguido y ante nuestros éxitos, que aunque siempre he pensado que haciendo lo que hacemos somos buenos, siempre creo que todo podría estar mejor.

Por definición pienso que las cosas nunca están acabadas, que siempre se puede ir más allá, que siempre se puede mejorar, que nunca nada es lo suficientemente bueno…

No hay que parar nunca, hay que vivir en un caos alegórico y controlado pero eminentemente creativo. La innovación como motor de progreso y mejora constante.

Porque ese dicho terriblemente manido y mediocre por definición, inmovilista y conservador de que “si algo funciona no lo cambies”, yo no lo compro, no me interesa. Si algo funciona cámbialo, mejóralo constantemente y te asegurarás así que nunca va a dejar de ser bueno, que nunca dejará de evolucionar y te obligará a ser una versión mejorada de ti mismo.

No quiero parecerme a nadie, quiero que lo que hago sólo lo haga yo y además quiero que sea mejor que nada, y ser mejor que nadie; joder, no puedo evitarlo, siempre tengo hambre de más. Reconozco sin rubor que soy asquerosamente competitivo desde que tengo uso de razón, y debo confesar que me gusta, quiero ser el número uno, quiero serlo de verdad, llevo invertidos años y millones de horas totalmente imbuido en mejorar, perfeccionar y ampliar mi talento como si de un músculo se tratase, quiero ser mejor que yo mismo el día anterior, siendo esto aplicable a cualquier profesión o ámbito de la vida, esa actitud, de querer ser el número uno, ya sea haciendo hamburguesas, enyesando una pared o conduciendo un autobús… Amo irremediablemente a la gente que quiere ser el mejor haciendo lo que hace, porque aunque nunca lo consiga, esa forma de entender la vida es pura esencia de vida, es una de las mejores vías para encontrar motivación y que consigan sus retos y no sólo eso, es la mejor forma de encontrar el éxito en lo que se hace. Tu propio éxito y no el que marcan los cánones preestablecidos por la sociedad. Y aquí, una vez más, no hay otro camino, sólo quiero a mi alrededor gente con hambre en los ojos, gente con ganas de ganar, gente con ansias de pulir y mejorar su talento, ese músculo oculto dentro de nosotros que mueve el mundo, que mueve masas y que la gente olvida que tuvo en su vida y lo dejó marchitar porque se dejó arrastrar hacia lo que la vida le fue deparando y se conformo con ello. No dejes que te ocurra, no dejes que nadie te diga que no tienes talento, lucha, sácalo y demuéstrale al mundo porque piensas que eres bueno.

ZAI YU

ZAi Yu se pasaba el día en la cama. El maestro comentó: «La madera podrida no se puede tallar; las paredes hechas de estiércol seco no se pueden alisar. ¿De qué sirve corregir a una persona como Zai Yu?»

El Maestro añadió: «Hubo un tiempo en que solía confiar en los actos de un hombre después de escuchar sus palabras, pero ahora escucho lo que dice y luego observo lo que hace. Zai Yu es quien me ha hecho cambiar.

Confucio