“Mireia Belmonte sueña a lo grande”, contestó en 2014 el director técnico de la Federación Española de Natación, Jose Antonio del Castillo. En la misma conversación, su entrenador el francés Fred Vergnoux, fue más explícito con la clave de sus éxitos: “ Cuando pregunto a los nadadores cuántos quieren ser medallistas olímpicos, todos alzan la mano. Cuando les digo lo que hay que hacer para lograrlo, solo Mireia la mantiene levantada”.
Del libro Espíritu de remontada de Jose Luis Llorente
“Un lunes de examen, cuatro alumnos aparecen en clase sin haber estudiado y se inventan una historia. Le cuentan al profesor que, volviendo de una boda el día antes, tuvieron un accidente. Ellos salieron ilesos pero pasaron la noche en el hospital con sus amigos heridos. El profesor, comprensivo, les dice que les pondrá el examen al cabo de unos días cuando se les haya pasado el shock del accidente y estén más concentrados.
El día del examen, habiendo ya estudiado, se presentan ante el profe, que les coloca en cuatro clases separadas, les quita los móviles y les pone a los cuatro el mismo examen de cuatro preguntas:
Nota: si contestáis todos igual a las preguntas, tendréis un sobresaliente.”
Estaba Diógenes cenando lentejas en su tonel cuando le vio el filosofo Aristipo, quien vivía confortablemente a punta de adular al Rey.
Y le dijo Aristipo: “Si aprendieras a ser sumiso al rey, no tendrías que comer esa basura de lentejas’.
A lo que replicó Diógenes: “Si hubieras tú aprendido a comer lentejas, no tendrías que adular al rey”.
—¿Cuál es el corazón del Lethani? —preguntaba a Vashet.
—El éxito y la acción correcta.
—¿Qué es más importante, el éxito o la acción correcta?
—Son lo mismo. Si actúas correctamente, consigues el éxito.
—Pero otros consiguen el éxito mediante actos incorrectos —objeté.
—Los actos incorrectos nunca conducen al éxito —afirmó Vashet, tajante—.
—Si un hombre actúa incorrectamente y obtiene el éxito, ese no es el buen camino. Sin el Lethani no hay éxito verdadero.
Del libro “El temor de un hombre sabio” de Patrick Rothfuss
Más cerca de casa, la película de 1999 Trabajo basura esquematizaba los absurdos rituales y la burocracia de una ficticia empresa de tecnología, y se convirtió en una película de culto porque la situación resultaba perfectamente reconocible.
En la película, el programador Peter Gibbons le describe su trabajo a un hipnoterapeuta:
PETER: Estaba hoy sentado en mi cubículo y he caído en la cuenta de que desde que empecé a trabajar, cada día de mi vida ha sido peor que el anterior. Eso quiere decir que cada vez que me ve, es el peor día de mi vida.
DOCTOR SWANSON: ¿Y qué me dice de hoy? ¿Es el peor día de su vida?
PETER: Sí.
DOCTOR SWANSON: Vaya, pues sí que estamos buenos.
Del libro “La nueva fórmula del trabajo” Laszlo Bock
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Durante una visita a Harvard Business School, Bill Gates comentó: “El problema con ustedes es que a lo que llaman examinar el entorno, yo lo llamo hablar con la gente”.
Estaba Diógenes cenando lentejas en su tonel cuando le vio el filosofo Aristipo, quien vivía confortablemente a punta de adular al Rey.
Y le dijo Aristipo: “Si aprendieras a ser sumiso al rey, no tendrías que comer esa basura de lentejas’.
A lo que replicó Diógenes: “Si hubieras tú aprendido a comer lentejas, no tendrías que adular al rey”.
Un joven fue a solicitar un puesto importante en una empresa grande. Pasó la entrevista inicial e iba a conocer al director para la entrevista final. El director vio su CV, era excelente. Y le preguntó:
-“¿Recibió alguna beca en la escuela?” el joven respondió “no”.
-“¿Fue tu padre quien pagó tus estudios? ”
-” Si.”-respondió.
-“¿Dónde trabaja tu padre? ”
-“Mi padre hace trabajos de herreria.”
El director pidió al joven que le mostrara sus manos .
El joven mostró un par de manos suaves y perfectas.
-“¿Alguna vez has ayudado a tu padre en su trabajo? ”
-“Nunca, mis padres siempre quisieron que estudiara y leyera más libros. Además, él puede hacer esas tareas mejor que yo.
El director dijo:
-“Tengo una petición: cuando vayas a casa hoy, ve y lava las manos de tu padre, y luego ven a verme mañana por la mañana.”
El joven sintió que su oportunidad de conseguir el trabajo era alta. Cuando regresó a su casa le pidió a su padre que le permitiera lavar sus manos.
Su padre se sintió extraño, feliz pero con sentimientos encontrados y mostró sus manos a su hijo. El joven lavó las manos poco a poco. Era la primera vez que se daba cuenta de que las manos de su padre estaban arrugadas y tenían tantas cicatrices. Algunos hematomas eran tan dolorosos que su piel se estremeció cuando él la tocó.
Esta fue la primera vez que el joven se dio cuenta de lo que significaban este par de manos que trabajaban todos los días para poder pagar su estudio. Los moretones en las manos eran el precio que tuvo que pagar por su educación, sus actividades de la escuela y su futuro.
Después de limpiar las manos de su padre, el joven se puso en silencio a ordenar y limpiar el taller. Esa noche, padre e hijo hablaron durante un largo tiempo.
A la mañana siguiente, el joven fue a la oficina del director.
El director se dio cuenta de las lágrimas en los ojos del joven cuando le preguntó: -“¿Puedes decirme qué has hecho y aprendido ayer en tu casa?”
El joven respondió: -“lavé las manos de mi padre y también terminé de asear y acomodar su taller”
-“Ahora sé lo que es apreciar, reconocer. Sin mis padres, yo no sería quien soy hoy. Al ayudar a mi padre ahora me doy cuenta de lo difícil y duro que es conseguir hacer algo por mi cuenta. He llegado a apreciar la importancia y el valor de ayudar a la familia.
El director dijo: “Esto es lo que yo busco en mi gente. Quiero contratar a una persona que pueda apreciar la ayuda de los demás, una persona que conoce los sufrimientos de los demás para hacer las cosas, y una persona que no ponga el dinero como su única meta en la vida”. “Estás contratado”.
Con el tiempo he llegado a la conclusión de que tras este artilugio casi humano se esconde una gran enseñanza sobre el sentido del miedo. El espantapájaros, considerado como símbolo, tiene varias lecturas.
La primera, la más literal, es que asusta a los pájaros. Está plantado en un campo, se parece a un hombre, a un desconocido, y cuando los pájaros lo ven, huyen volando porque lo asocian con alguien que puede matarlos y tienen miedo.
La segunda lectura requiere algo de valor: hay que acercarse al espantapájaros, con prudencia y cuidado, “suavemente y con gran pericia”, y darse cuenta de que no se trata de un cazador o un labriego y que, por lo tanto, se puede comer de lo plantado en ese campo. No hay nada que temer, no hay peligro. A pesar de que al principio hay miedo a lo desconocido, nos estamos familiarizando con él y hemos comprobado aquello tan sabido de que las apariencias engañan.
En al tercera lectura, cuando el miedo ha desaparecido, tiene lugar una verdadera revelación: el espantapájaros, lejos de se un peligro, es casi siempre una oportunidad, ya que nos señala con precisión el lugar en el que podemos encontrar alimento.
Juli Peradejordi
Sólo dejas de cometer errores mientras duermes.
Divide tu vida en unidades de 10 minutos y sacrifica las menos posibles en actividades insignificantes.
La burocracia complica y paraliza. La planificación en exceso es la principal causa de «muerte corporativa».
Termina el trabajo que tienes pendiente cada día. Es el mejor somnífero.
La felicidad no está en alcanzar tu objetivo, sino en el camino hacia el objetivo, así que elimina la palabra imposible de tu diccionario.
reflexiona: si es bueno para nuestros clientes, lo será también para ti a largo plazo.
Ingvar Kamprad(Fundador de IKEA)
Un viejo maestro y su discípulo, tras visitar los parajes más pobres de una provincia, llegaron hasta la casa más triste de la comarca, donde pidieron alojamiento y pasaron la noche.
En aquella casa de seis metros cuadrados – repleta de basura, desperdicios y cuyo techo dejaba filtrar el agua- vivían ocho personas (el padre, la madre, cuatro hijos y dos abuelos vestidos con ropas viejas y malolientes) en la más absoluta pobreza, y cuyo único medio de subsistencia era una vaca flaca que les daba el alimento justo para sobrevivir.
Antes del amanecer, el viejo maestro se despertó, saco una daga de su bolsa, y de un tajo degolló a la vaca; luego, sin inmutarse, se marchó junto al discípulo que preocupado se preguntaba sobre el futuro de aquella familia.
Un año más tarde, el viejo maestro y su joven discípulo regresaron al mismo lugar, vieron que sobre aquella casucha se levantaba ahora una casa grande y recién construida. El joven discípulo, con tristeza, pensó que sus antiguos moradores habían abandonado el lujar, pero, para su sorpresa, tras acercarse a la casa y preguntar sobre sus moradores, descubrió que aquellas personas eran las mismas.
El joven preguntó al padre las razones del cambio y este le contó que hacía un año habían perdido drásticamente su único medio de subsistencia, la vaca. Le contó también que al principio su reacción fue de absoluta desesperación y angustia, se dieron cuenta de que, a menos que hicieran algo, su supervivencia estaría comprometida.
Así fue como notaron que detrás de la casa, debajo de mucha basura y chatarra, había tierra fértil. Despejaron el sitio y empezaron a sembrar, y la improvisada granja empezó a producir más de lo que necesitaban para vivir, por lo que empezaron a vender lo cosechado, primero a sus vecinos y luego al pueblo entero, obteniendo el dinero suficiente para vestirse mejor y arreglar la casa. Aquella familia vivía de modo conformista y la vaca era una cadena para ellos y no les permitía crecer.
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