Es cierto que acudimos 8 horas al día a la empresa en la que trabajamos precisamente a eso, a trabajar. Pero eso no significa que la gente no pueda ser feliz en el trabajo. Es más, debería ser obligatorio que la gente fuese feliz en aquello a lo que dedica un tercio de su día. Lo ideal sería ver gente que se ríe o sonríe mientras ejecuta una acción, que se divierte cuando habla con un cliente, y se lo pasa bien en cualquier tarea. Sencillamente, esto no es así. No puede ser siempre, pero tampoco nunca. Acostumbramos más a ver Zombis que personas sonriendo. Quizás debiéramos dedicar más tiempo a pensar sobre qué clase de organización hemos creado, y qué podemos hacer para tener una organización que sonríe.
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Me ha extrañado que esta entrada no esté en LinkedIn. Es que estoy muy de acuerdo; en mi experiencia personal he participado “activamente” a que el ambiente en mi planta y con mis compañeros jefes de departamento fuera de cercanía, de relajo bien entendido, y con tiempo para la risa; que no solo no es una pérdida de tiempo, sino que “engrasa” relaciones que luego dan productividad y valor añadido al trabajo diario. También he visto -una vez mis responsabilidades aumentaron de nivel- situaciones similares a la descrita, donde no había lugar para la risa ni para la sonrisa; y logicamente la productividad se resentía (por malas relaciones entre departamentos, etc.)