Si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no tienes por qué temer el resultado de cien batallas.
Si no conoces al enemigo, pero te conoces a ti mismo, tienes las mismas posibilidades de ganar que de perder.
Si no conoces al enemigo ni te conoces a ti mismo, todos tus combates se contarán por derrotas.
Sun Tzu
Charles Schwab tenía un jefe de fabrica cuyo personal no producía su cuota de trabajo.
¿cómo es – preguntó Schwab- que un hombre de su capacidad no consigue que esta planta rinda lo que debe?
-No sé -respondió el hombre-. He pedido a los obreros que trabajen más; les he dado el ejemplo; los he regañado; los he amenazado con el despido. Pero nada funciona, No producen
y nada más.
La conversación tuvo lugar al final del día; poco antes de que entrara a trabajar el turno de noche.
-Deme un trozo de tiza -dijo Schwab. Y luego, volviéndose al obrero que estaba más cerca ¿Cuántas cargas de horno ha hecho su turno hoy?
Sin decir palabra, Schwab trazó un gran número seis en el suelo y se alejó.
Cuando entró el turno de noche los obreros vieron el seis y preguntaron qué significaba aquello.
El gran jede estuvo aquí hoy–dijeron los obreros del turno de día. Nos preguntó cuántas cargas habíamos hecho y le dijimos que seis. Lo escribió en el suelo y se marchó.
A la mañana siguiente volvió Schwab al taller. El turno de la noche había borrado el seis y escrito un siete.
Cuando los obreros del tumo de día entraron a trabajar vieron un enorme «7›› escrito en el suelo. Así que los de la noche se creían que eran mejores, ¿eh? Bueno, pues le iban a enseñar un par de cosas. Se pusieron a la tarea con entusiasmo y cuando se marcharon aquella noche dejaron en el piso un enorme y jactancioso «10››. Las cosas iban para arriba.
A poco, este taller, que se había quedado atrás en producción, rendía más que cualquier otro de la fábrica.
¿Cuál es el principio?
Dejemos que Charles Schwab nos lo diga. «La forma de conseguir que se hagan las cosas -dice Schwab- es estimular la competencia. No hablo del estímulo sórdido, monetario, sino del deseo de superarse.»
Del libro: Cómo ganar amigos e influir sobre los demás
El sol y el viento. Discutieron acerca de cuál era más fuerte, y el viento dijo:
-Te demostraré que soy el más fuerte. ¿Ves aquel anciano envuelto en una capa? Te apuesto a que le quitaré la capa más rápido que tú. .
Se ocultó el sol tras una nube y comenzó a soplar el viento, cada vez con más fuerza hasta ser casi un ciclón, pero cuanto más soplaba con más fuerza agarraba el hombre su capa. Por fin el viento se calmó y se declaró vencido. Y entonces salió el sol y sonrió benignamente sobre el anciano. No
pasó mucho tiempo hasta que éste se secara la frente y se quitara la capa. El sol demostró entonces al viento que la suavidad y la amistad son más poderosas que la furia y la fuerza.
Robert E. Lee, el gran general confederado norteamericano, estaba hablando bien de un general bajo su mando al presidente de la Confederación, Jefferson Davis. Otro oficial le dijo: “? No sabe usted mi general que el hombre del que habla con tanta admiración es uno de sus peores enemigos, que no pierde ocasión de denigrarlo?”. “Si, pero el presidente pidió mi opinión de él, no la opinión que tiene él de mí.”
Cuentas que cierto día un discípulo de atesorares se le acercó y le preguntó:
– Maestro, he de escoger entre dos opciones, y no sé cuál debo elegir.
Entonces Sócrates le dijo:
– Desconozco cuál ha de ser tu elección. Lo que sí te puedo decir es que, antes o después, te preguntarás por qué no escogiste la otra opción.
Cuando el militar francés Louis- Hubert Lyautey (1854-1934) estaba en África le pidió a su jardinero que planta un árbol cuya copa le parecía especialmente majestuosa. El jardinero le informó de que un árbol de ese tipo tardaba doscientos años en alcanzar su madurez.
– En ese caso, dijo Lyautey, no hay tiempo que perder. Plántalo hoy mismo.
Del libro: #Superprofesional
Un caballero entra en un bar, se sienta a la barra y le pide un boody mary
al barman que atiende. Al cabo de pocos minutos le sirven el cóctel y tras
probarlo, llama al barman y le dice:
– Éste bloody mary está bastante mediocre. ¿ Me quiere decir que no puede
prepararme un bloody mary mejor?
El Barman, sorprendido, pide disculpas, retira el vaso y se dirige a la
cocina a preparar un segundo cocktail. Instantes más tarde se presenta,
temeroso, con un nuevo bloody mary que ofrece a su incómodo cliente.
– Humm, este bloody mary está mucho mejor que el anterior aunque creo que se
puede mejorar. Quiero que me traiga el mejor bloody mary que usted haya
preparado jamás.
Desesperado y confundido, el barman vuelve a la cocina, revisa un par de
libros de cocktails, consulta en Google, llama a un colega y pone todo su
esmero en la tercera versión de la bebida. Cuando el cliente lo prueba exclama:
– Excelente, esto ya es otra cosa, solo tengo una pregunta: ¿Me puede
explicar por qué no me lo sirvió así la primera vez que le pedí?
Jorge Juan Fernández
Siento no haber escrito antes pero todo mi material quedó destruido tras el incendio de mi dormitorio en la residencia de estudiantes. Acabo de salir del hospital y el doctor dice que pronto me restableceré del todo a pesar de mis quemaduras de primer grado. Me he instalado en casa del chico que me rescató mientras reconstruyen parte de la residencia quemada. Por cierto, como siempre habéis querido tener un nieto sé que os alegrará mucho saber que estoy embarazada. Os quiero. Lucia.
P.D. No ha habido ningún incendio y estoy bien. Tampoco estoy embarazada y ni siquiera tengo novio, pero he suspendido francés, matemáticas y química, y quería asegurarme que lo vierais con la perspectiva justa…
Si se pusieran todos los coches del mundo en una sala y se eligieran los mejores las mejores partes de los mejores vehículos, es decir, se cogiera el mejor motor de todos, el mejor volante, el mejor tubo de escape, etcétera, al final, se tendrían todas las partes necesarias para montar un coche, pero procedentes de muchos modelos y marcas distintos. La cuestión es si se unieran dichas partes, ¿Se conseguiría el mejor coche? O mejor dicho, ¿Se conseguiría un coche que funcionara? Probablemente, no. El resultado no procede de lo bien que trabajan las partes de forma aislada, sino que el éxito se logra por la capacidad de trabajar juntas. Así se consigue el mejor coche.
Russel Ackoff
Recuerdo que una vez propuse a Amancio Ortega Ç(fundador y presidente de Zara- Inditex) contratar a unos consultores para ayudarnos a resolver un problema que se nos había presentado y en cuya resolución yo quería estar respaldado.
Le expuse el problema y, a continuación, mi propuesta de contratar a los consultores. Muy a la gallega, Ortega me respondió utilizando preguntas: “Mira, Jesús. Y esos que quieres traer… ¿conocen mejor la empresa que tú, que ya llevas trabajando un año con nosotros?
Comoquiera que conocer la empresa (“sentir Zara” ) es uno de los mayores valores culturales en Zara, mi respuesta fue negativa. Ortega pretendía fundamentalmente averiguar si yo conocía todas las razones por las que el problema se había ocasionado y, por consiguiente, valorado todas las probables soluciones. ”Escucha, Jesús, otra cosiña, … ¿esos se van a preocupar más que tú por resolver el problema?” La intensidad de la preocupación y la consiguiente intensidad en la ocupación es otro de los valores culturales de la empresa gallega. “Por supuesto que no, Ortega”, conteste.
No es muy difícil adivinar qué, estas alturas, yo ya sabía la opinión de mi presidente sobre la contratación de profesionales externos, pero Amancio Ortega no quería que me quedase con dudas. “Entonces, supongo que lo que pasa es que esos que quieres contratar son más listos que tú. Y sí lo son …¿No debería contratar al más listo de ellos y ponerlo en tu puesto?”
De esta manera, Ortega me estaba adoctrinando en el sentido de que para resolver el más intrincado de los problemas no se necesitaba ninguna ayuda externa, sino únicamente una mezcla de determinación, talento interno y sentido común. Exactamente en la mezcla que ha llevado al éxito de la que en la actualidad es la empresa número uno de la industria textil en el mundo.
Me comprometí a resolver el problema en cuestión sin ayuda externa ( suceso que, por fortuna para la empresa y para mí mismo, ocurrió) y Ortega se despidió diciendo: “Escucha. Si esos que dices son tan buenos resolviendo los temas de empresa, habrían fundado las suyas y habrían tenido éxito con ellas; curiosamente, son ellos los que miran a mi empresa como modelo de gestión. Pero recuerda …yo no les miro a ellos.”
Del libro: La empresa sensual de Jesús Vega De La Falla
El psicólogo estadounidense Lewis Terman concluyó en un estudio clásico de 1921 en la Universidad de Stanford que el éxito en la vida tenia que ver mas con definir objetivos y perseverar en su consecución que con la propia inteligencia de las personas. En síntesis, que se puede llegar muy lejos sin necesidad de ser muy listo.
Paco de Lucia ofrecía la clave para que cualquiera pudiera ser el mejor guitarrista del mundo: estar dispuesto a pasarse treinta años practicando diez horas diarias los siete días de la semana. ¿Cuántas personas van a seguir su consejo? Dirás que tu no quieres ser un genio de la música y que por tanto no será necesario una dedicación tan entregada. De hecho, algunos grandes profesionales no habrían tomado la misma decisión si hubieran tenido una segunda oportunidad.
Me encuentro con este texto en el libro “La semana laboral de 4 horas” que quiero compartir contigo:
“Hace años me llegó este correo electrónico de una niña enferma terminal en un hospital de Nueva York:
¿Alguna vez has mirado a niños montar en tiovivo?
¿O escuchado cómo la lluvia caer golpeando el suelo?
¿Seguiste alguna vez el vuelo errático de una mariposa u observaste el sol desvanecerse en la noche?
Aminora la marcha. No bailes tan deprisa.
El tiempo no dura. La música dejará de sonar.
¿Atraviesas con prisas días que se te pasan volando?
Cuando preguntas: ¿cómo estás? ¿Escuchas la respuesta?
¿Al final del día te tumbas en la cama, con los próximos mil recados pululando por tu cabeza?
Aminora la marcha. No bailes tan deprisa.
El tiempo no dura. La música dejará de sonar.
¿Alguna vez le dijiste a un hijo “lo haremos mañana” sin ver por tus prisas la pena en sus ojos?
¿Alguna vez perdiste el contacto? ¿Dejaste morir una amistad por no tener tiempo de llamar para saludar?
Aminora la marcha. No bailes tan deprisa.
El tiempo no dura. La música dejará de sonar.
Cuando corres tanto para llegar, no disfrutas del camino.
Pasar un día agobiado y apresurado es como tirar a la basura un regalo sin abrir.
La vida no es una carrera. Tómatelo con más calma.
Escucha la música antes de que la canción se acabe.”