Los tiempos cambian y solo perduran las empresas que son capaces de cambiar con los tiempos.  Muchas no lo hacen, muchas cierran.

Todos hemos conocido personas que eran un genio como profesional pero un imbécil como persona. La historia normalmente termina mal.

Trabajar es importante, genera ingresos y depende de dónde estés, te puede desarrollar, pero no lo es todo. Primero lo primero, y pocas veces debe ser el trabajo.

No tiene sentido sembrar semilla nueva en piedra. No saldrá nada. Debemos dedicarnos a la gente que realmente puede florecer y no dedicar esfuerzo en terreno muerto.

Considero que hay que empezar con el “querer”. ¿Qué queremos hacer? Luego, ya analizaremos qué recursos necesitamos para poder ejecutar el querer.

Debe ser:

De calidad: Lo que significa que debe ser fiable y contrastada. Más de una vez me ha ocurrido que al obtener unos datos por dos fuentes diferentes, no eran iguales.

Cuando estás, estate. Ya que tienes que estar, aprovéchalo. Si tienes que trabajar 8 horas al día, haz que sean provechosas, tanto para la organización como para ti.

Me llevó un tiempo entender que por actuaciones individuales no debíamos establecer normas que afectasen al conjunto.

La gente que trabaja en una empresa dedica un tercio de su día a ella. Es necesario que el proyecto les guste mínimamente.

Hay cosas que se pueden implantar desde el inicio, pero otras solo se pueden implantar una vez que la organización tenga una cultura determinada, o un determinado grado de madurez.

Las personas que viven poniendo excusas a todo aquello que les sale mal asumen un papel de víctima desde donde es muy difícil cambiar nada.

Para cualquier persona que dirija un equipo y especialmente para el equipo directivo y el director general, es sumamente importante demostrar coherencia. Demostrar coherencia SIEMPRE.