Está bien cometer errores. Es una forma de aprender. Prueba-error. Pero tiene que haber ciertos límites.

Podemos dialogar con nosotros mismos, autoreflexión, y también podemos hacerlo con los demás. Normalmente, lo hacemos con los demás.

He leído en varias ocasiones y he reflexionado bastante sobre la vida en el trabajo. Trabajamos 8 horas al día, que sobre 24 horas, suponen un tercio del día.

Si, ya sé que es un tema complicado, pero me gusta decir lo que opino. Los trabajadores son de la empresa, no del sindicato.

El correo electrónico ha sido un canal de comunicación asíncrono hasta hace poco. Esto significa que desde que envías un correo hasta que recibes una respuesta a ese correo pasa un tiempo.

Digo muchas veces que cuesta lo mismo hacer las cosas bien que mal.

Hoy voy a contar una historia que nos refuerza en nuestros valores. Hace muy poco se “nos fue” Beatriz.

Todo cambia, pero últimamente, todo cambia más rápido. En cierta forma, me asusta lo que viene y los cambios que se van a producir en los próximos años.

Tendemos a opinar categóricamente desde nuestra realidad. Sin embargo, en la mayoría de los casos, un problema acepta múltiples soluciones, y en otros una combinación de ellas.

Poco a poco nos vamos dando cuenta de que el cliente es quien decide qué compra y a quién se lo compra. Las empresas empiezan a poner al cliente en el centro, que es donde siempre debió estar.

Posiblemente tengas muy claro en tu cabeza lo que quieres comunicar y hagas un gran esfuerzo en comunicarlo, pero lo que la otra persona va a entender no lo decides tu.

Para cualquier organización, es duro cuando alguien de peso decide voluntariamente abandonar el proyecto y embarcarse en otra aventura.