No podemos hacer que todo el mundo sea feliz en el trabajo. Las medidas generalistas no funcionan con todos.

Las herramientas deben estar al servicio del objetivo, no de la moda. El que algo esté de moda no significa que sea bueno para tu organización, ni tampoco que sea necesario.

Cada persona tiene una responsabilidad en la empresa, por la que cobra.
Muchas veces las empresas nos confundimos y premiamos a aquellos que hacen bien lo que tienen que hacer, es decir, su trabajo.

Salvo que trabajes con cobayas en un laboratorio, y ni aun así, te tienes que relacionar con personas. Desde que te levantas hasta que te acuestas vas a estar rodeado de tus semejantes.

Vivimos una época de cambio tecnológico acelerado.

He tenido buenos y malos jefes, si he de ser sincero, más malos que buenos. Sin embargo, he aprendido tanto de unos como de otros.

Existes porque hay alguien que compra lo que haces en forma de producto o servicio. Ese alguien se llama cliente.

Que te motive especialmente todo lo que te digan que no se puede hacer. Todo aquello denominado “Don’t do it”. Ahí está la diferencia, no en lo que hace todo el mundo.

Desde fuera todo parece fácil, desde la valla. Luego hay que saltar a la cancha y jugar. La cosa cambia.
Donde antes veíamos una serie de cosas, la realidad nos muestra otras.

Hay varios conceptos que son clave en comunicación:

Tener claro el objetivo. Qué quieres comunicar.
Lanzar un único mensaje y claro. El resto de mensajes debe potenciar el mensaje principal.

Todos somos clientes de alguien y la gran mayoría somos proveedores de alguien. Esta doble vertiente te debería  dar la suficiente perspectiva para entender cómo tratar a tus clientes.

He reflexionado mucho sobre las funciones del Director General, y lo resumo en una frase: “que la noria gire“.
Tan sencillo y tan complejo, que el negocio funcione.