Necesitaba pensar. Lo hago todos los años, pero este año, tenía una necesidad mayor de aislarme y pensar sobre el futuro. Así que, me he ido fuera. Me he aislado de miércoles a lunes.

Tendemos a un tipo de sociedad en la que todo es cada vez más fácil. Todo por el cliente (hasta hacerlo tonto). En cierta forma, con cierto parecido a la sociedad americana, en este aspecto.

Estoy leyendo un libro en portugués que me recomendó Renato, “O Livro da Bruxa“, y me encuentro con un concepto que me apetece compartir.

Hay muchos vídeos sobre la mala organización del Mundial de futbol de Qatar. Me quedo con el que pongo abajo.

La empresa es lo que es, y da para lo que da. Esto no es ningún gabinete de psicología y menos de psiquiatría. Sin embargo, todas las organizaciones tenemos gente que no está bien.

Está bien decidir por consenso, pero no todo. Hay decisiones que se pueden tomar en equipo, y es recomendable hacerlo. Pero hay otra serie de decisiones que se deben tomar por minoría absoluta.

¿Quién tiene más posibilidades de vivir mejor en el futuro mundo salvaje, el niño que ha cruzado el Estrecho en patera sin saber nadar, o el niño al que le llevan en coche al cole porque llueve?

Primero lo primero. Tan sencillo y tan difícil. Tenemos demasiado, demasiadas tareas que incluso imposibilitan diferenciar lo importante de lo NO importante. Eso nos lleva a priorizar mal.

Hace años tuvimos un consultor de estrategia que nos hizo mucho hincapié sobre la protección. Desde entonces, en el equipo directivo lo tenemos muy interiorizado.

Todo el mundo toca la guitarra de la misma manera, porque siempre se ha hecho así. Algunos pocos se cuestionan las cosas. Hoy voy a hablar de diferenciación competitiva.

Tendemos a diseñar unos y a implantar otros. O aunque los que diseñan sean los mismos que implantan, no son las personas afectadas tras los cambios.

Para mí el valor es el motivo por el que el mercado me compra. Si soy único dando un valor, estableceré el precio.