Tu actitud es la que cambia todo. Diversos estudios demuestran que enfrentarse a todo con optimismo da mejores resultados que hacerlo desde una posición negativa.

La reunión individual con alguien fluye si has conseguido crear antes el ambiente necesario para que la otra persona se encuentre cómoda.

Realizar tu trabajo es muy importante. Parar para pensar sobre cómo lo realizas, también. Es necesario dedicar tiempo a pensar (trabajar) en cómo mejorar tu trabajo.

Cuando alguien no quiere cambiar, no te molestes, no hay nada que hacer. Dale espacio y tiempo, y quizás más adelante entre.

Cuando tengas que comunicar algo, lo que sea, por favor, breve y conciso. De lo contrario , todo se empieza a liar, los mensajes se empiezan a superponer y nadie acaba entendiendo nada.

Para poder rendir al máximo debes planificar tu tiempo. Estimar cuanto tiempo te llevará cada tarea e intentar dedicarle ese tiempo.

Todos los años lanzo a las personas de la empresa que tienen ordenador un cuestionamiento sobre la aportación de valor que deben compartir con su responsable directo.

Intentarlo. Si no lo hacemos no sabremos si es posible o no. Muchas veces nos auto-contestamos sin ni siquiera intentarlo. Nos convencemos de que no es posible realizarlo.

Normalmente todo cliente es a la vez proveedor de alguien, salvo que seas el último en la cadena. Y aún siendo el último en la cadena, posiblemente serás proveedor en otro producto o servicio.

No te pido que seas experto, pero al menos debes saber de lo que hablas. Estoy seguro de que conoces muy bien tu trabajo, pero debes conocer algo del trabajo que hace la gente que depende de ti.

Nos gusta hacerlo complicado. En ocasiones, porque cuando algo es complejo nos da la sensación de que hemos trabajado más. Lo complejo realmente está en hacerlo simple.

El orden de los factores muchas veces sí altera el producto. No es recomendable hacer y después diseñar, de la misma forma que tampoco lo es hablar antes de pensar.