La motivación viene de dentro. Es la fuerza interior, la voluntad, que te lleva a hacer algo. Buscar la chispa fuera me parece poco adecuado, debe ir de dentro hacia fuera.

El jefe es una de las personas que más puede afectar en las vidas de las personas que dependen de él. Con un buen jefe te sentirás reconocido, arropado, motivado y te desarrollará.

¡Cuanto bien hace y qué poco lo utilizamos! Unas palabras de ánimo a cualquier persona le pueden alegrar el día. Además, son gratis. Sin embargo, nos cuesta mucho.

Todos somos entusiastas del cambio, pero especialmente si se da en otros. Hay un dicho árabe que dice que tú puedes llevar al caballo a beber, pero es el caballo el que decide si bebe o no.

Nos obcecamos una y otra vez en seguir haciendo lo que no funciona.

Debiéramos decidir en cada escalón de la organización de acuerdo al nivel de decisión que tengamos establecido. De esta forma, logramos dos cosas claras:

Velocidad.

En un terreno liso la bicicleta me permite ir a una velocidad muy superior a la de ir andado.

Oímos constantemente eso de que el principal activo de una organización son las personas. Pues no, no son las personas. Son el conocimiento y la actitud de esas personas.

En un mundo hiperconectado en el que podemos hacer 5 cosas a la vez, nos cuesta centrar la atención en algo concreto. También en las personas, y esto es una falta de respeto.

No hay matices. No hay grises. O es blanco o es azul, o cero o cien.

Cuando no lo entiendes es difícil hacer nada.

Hace años comenzamos a trabajar en un equipo varios conceptos; sentido de pertenencia, autonomía y reconocimiento.

Parece obvio que si voy a compartir mi casa con alguien preferiré conocerlo bien antes.